«El dolor, si es grande, es el dolor»
Anatole France – 1844 -1924. Escritor francés.
Premio Nobel de Literatura del año 1921.
A: Gina Beato Rodríguez. Cristina Rico-Bornay y
Martha Lovelace. Que no salen del asombro con dolor…
Pedro Pablo Ramírez Puesan y su adorado Julio.
No muy visible Martha Lovelace: ellos eran una sola multitud
de almas invencibles.
Pedro Pablo Ramírez Puesán, nuestro Payito, era lo que se llamaba en siglo XVIII en el campo francés un Bonhomme (*) o podría mejor decirse, que tenía una bonhomía profunda y exquisita, caminaba nuestra ciudad colonial acariciando paredes y contando historias de sus murallas y argamasa, que tanto conocía. Vivía montado en esos ensueños y era capaz por esas razones, de sacrificar sus mejores momentos para indicar y reseñar, no como los guías inventores de sandeces y yerros verbales perceptibles: Nuestro Payito dialogaba con arquitectos en el nivel debido y se le ponía la atención correspondiente.
Yo le conocí un medio día de los años 70 del siglo XX, en medio de una bebedera de agua de coco, cuando los dominicanos venduteros eran dueños de sus calles y picardía (¡Caña, Coño! )…
PAYITO. CON ALFREDO CORDERO Y FELIX GONTIER ( Gonthier ) SERIAGRAFIA ARTISTICA UN BACILON DE COLORES Y RISAS.
Coco Gonthier y Alfredo Cordero.
Carcomido por las aguas y los vientos de la ribera del Ozama, el viejo letrero in blue, de la serigrafía artística
Alfredo Cordero me encuentra el Domingo 21 en el acto fúnebre, simple como el propio Payito. Camina de un lado a otro, como hacía en la guerra de abril cuando las situaciones empeoraban. Ojos enrojecidos y palabras apenas decía.
Le hice compañía un rato. Él tuvo la gentileza de recordarme esos tiempos, en que la Serigrafía La Artística era un referente artesano de confecciones, tiros y retiro, diseño, vigilancia de colores y tonos. Se olvidó de decir, por o sensible del momento, que la Serigrafía ha sido la obra de dos titanes, el legado firme de hombres de ideas también, le reclamé entonces: » Alfredo, eso no se debe perder «…
Días después me enseño el banco de madera gastada, que les había hecho Payito, con la gracia y el buen deseo.
Se entiende ahora, que el sentimiento de perdida, es hondo y difícil..
Ahí estaba Payito, como si fuera un indio sioux, pintadas sus mejillas en son de guerra hacia el territorio Dakota y limpiándose las manos para saludarme: sonrisa en ristre y agua de coco, justo al mediodía, cuando el sol abrazador y el trabajo, impedía el traguito complaciente…
Aprendía el oficio con dos maestros, que mucho le apreciaban, la serigrafía estaba al lado de su casa en la calle Las Damas, donde había nacido con el nombre de Pedro Pablo Ramírez Puesán, antigua estirpe familiar capitaleña. (**)
Es obvio que tanto Alfredo como Felix (Cocó), influyeron en él estética y políticamente, no creo que eso hoy se puede discutir, porque aún en los años duros La Serigrafia Artística en silencio, fue un bastión de ideas y trabajos estéticos al mismo tiempo: todavía allí la utopía por lo mejor de este país, continua.
Era la hora, en aquel lugar de despedida, dónde estábamos Alfredo y yo, como dije al inicio, con los ojos enrojecidos me dijo: «Voy al cementerio, no dejaré solo a Payito «… Anatole France, dibujaba en su frase el dolor de Alfredo, por el dolor de todas y todos, que persiste entre gestos y palabras, llamadas telefónicas y notas de textos y audio de y whatsapp, porque, a decir verdad, nos parecía eterno y de siempre, eso sucede cuando la bonhomía es descuido de ropa y cigarrillo a lo Jean Paul Belmondo, porque lo de dentro era su humano imán y es curioso que una sociedad tan mirona, pendenciera y frívolona, le haya aceptado así. Mentira ante Dios : ¡¡él se lo impuso con la fuerza del saber, hago constar…
Hostos con Portes: la gozadera universal en una esquina que iluminó el alma lúdica de la ciudad colonial.
Ay cielito ponte gris. Que desgracia Margot: tu cuero y yo guardia, y llueve Margot, ¡¡llueve!! Era en la esquina de Hostos con Portes, corazón mismo de la ciudad colonial. Era la década del 80.
A quienes Payito llamaba los suizos, se daban la gran vida en la esquina de la familia Figuereo.
Aquella esquina flotaba los fines de semana, juego entre amigos y el imán barrial atrayendo personajes, Fonsito l araña gesticularía en sus demandas de café y todo lo que apareciera. Había trabajado en Listín Diario, en las maquinas alguien habló del PRD de Peña Gómez, botado de una vez y salió feliz lo celebró en esa esquina como si fuera su aniversario de fiesta patronal propia: La Araña en Thecnicolor, y la risa caía del cielo como lluvia sin consuelo, rígida balada gris, húmeda para un barrio que mirada el humo el asfalto y se montaba en él.
Con Payito fuimos todos felices, hasta su perro Julio, que tanto le ha llorado, sigue desubicado, pero con hogar fijo.
Hostos Con Portes, marcó esa década y fueron auténticos, nunca cerrados, una sola condición para estar allí : un ticket de sonrisa y bailar, porque bailar, Payito lo sabía: revuelve el cuerpo y obliga al espíritu, aireado con las vueltas, a pensar mejor.
En esta foto de abajo, están los amigos que Payito llamaba los suizos con su humor especial, símbolo de camaradería proverbial, lo que se pierde entre oropeles y mentiras hoy día..
Son la versión soprano de la Hostos con Portes.
Orgullos del árbol en medio de la calle que los cobijó, si ese pequeño roble hablara, perdería todas sus flores moradas ( pero morada en serio, ese color está bien jodón.. )…
Los fabulosos Hostos con Portes, si fueran combo, ahí en ellos quedó enterrada el alma de nuestro Payito.
Yo también lo viví, doy fe de todo lo que escribo porque aquello fue regio y Payito, con su larga sonrisa de arco colonial, se lo gozo por ever and ever. Amen (CFE).