Santo Domingo.-El hijo de Bulila estaba en la casa de Lourdes Vásquez mirando un programa de televisión en las primeras horas de la noche.
Por el tiempo mirando la pantalla, o acaso por haber estado sin actividad física, se reclinó contra el espaldar del sofá en un profundo bostezo que lo hizo cerrar los ojos. Al abrirlos se encontró a oscuras y pensó que había quedado ciego.
Su reacción instantánea fue gritarle a su madre, que no estaba allí, pero que debía de ser su fuente más inmediata de seguridad: ¡Bulila, Bulila, he quedado ciego Bulila! La tranquilidad le llegó con el coro de la risa de los que, repartidos en la sala, también veían el programa de televisión: ¡Mira, buen pendejo! ¿No ves que se fue la luz?
En realidad, mucha gente en su vida ha quedado ciega en un instante por los traumas de un accidente o como consecuencia de un asalto. Francina Hungría, una ingeniera a la que le dispararon a la cara unos asaltantes es un caso conocido desde el mediodía del 23 de noviembre de 2012 en Piantini es un ejemplo de ello.
Algunos son alcanzados por la ceguera en la vejez o por una afección ocular que dura años, como le ocurrió a Joaquín Balaguer, afectado de un glaucoma descuidado.
Tanto los que nacen con la condición, como quienes llegan a ella por la edad, por enfermedad o accidente, tienen un ángel guardián anónimo en el Patronato Nacional de Ciegos, con su casa principal en la calle Huáscar Tejeda casi esquina Correa y Cidrón, cerca de la UASD, en la capital.
En cifras
La presidente de esta entidad, Alexandra Ventura, dijo a EL DÍA que, según los datos oficiales con los que cuentan, en el país deben de haber unas 30 mil personas ciegas, de las cuales el 47% ha llegado a esta condición por causa de cataratas, una enfermedad que se produce en personas de edad avanzada y que puede ser corregida con una cirugía.
El glaucoma, también puede ser causa de ceguera, pero esta dolencia es menos común que las cataratas y no tiene que esperar a la vejez.
Viven para servir
El Patronato Nacional de Ciegos es una organización privada sin fines de lucro ideada en 1964, hace 56 años, por un grupo de personas que, según su presidente, la señora Ventura, se ocupa de personas que han nacido sin la facultad de la vista o que se han quedado ciegas por alguna causa, conocida o no.
¿En qué consiste la asistencia que da el patronato? Lo primero es la rehabilitación, que consiste en sacarlo de la silla en la que pasa la mayor parte de su tiempo, devolverle la autoestima al ponerlo en la capacidad de hacerlo todo por sí mismo, desde ocuparse de sus cosas en la casa hasta arriesgarse a salir a la calle.
“Se montan en carros públicos, se montan en voladoras y saben donde desmontarse”, cuenta en el Coloquio de EL DÍA.
Les enseñan el manejo del bastón, a entendérselas con las activadades de su vida diaria desde que se levantan hasta que se acuestan.
“Vestirse, organizar su closet, cocinar sin riesgo, lavar, planchar”, señala la presidente del Patronato Nacional de Ciegos.
Una chirlata
La causa más común de la ceguera se resuelve con una cirugía de bajo costo, y sin embargo muchas personas quedan ciegas por causa de las cataratas, ¿por qué? De acuerdo con la señora Ventura, muchas veces una persona nota que está perdiendo la visión y no va a la consulta de un oftalmólogo.
En el Patronato Nacional de Ciegos les dan ese servicio. “Si tienen el seguro de Senasa, no les cuesta nada. Y muchas veces vemos que la persona no puede pagar los 400 pesos de la consulta y no se lo cobramos; no hacemos negocio”.
Los consultorios oftalmológicos del Patronato están en los tres centros con los que cuentan, uno en la capital, otro en Santiago y un tercero en Barahona.
Cada año el Patronato realiza unas 350 cirugías de cataratas. En ocasiones tratan con pacientes que requieren, por edad o por alguna condición particular, una serie de estudios que en ocasiones encarecen la intervención.
Preliminares
3.5% de la población dominicana.
Estimado del índice de ceguera en el país, datos que deben esperar el censo de 2022.
Las calles son un gran desafío para un ciego
En las calles. Desenvolverse en una calle cualquiera del país, particularmente de la capital, puede ser estresante.
Sin embargo, cualquier persona ha visto a un ciego auxiliado apenas por un bastón, sorteando un bache, un registro abierto del drenaje, un hoyo en la acera, un poste, cachivaches de vendedores, vehículos y una retahíla de obstáculos puestos como si fuera el lugar en el que deberían de estar.
La señora Alexandra Ventura cuenta, ante una pregunta sobre el desafío de las calles para un ciego, que el tensor de un poste del tendido eléctrico le rompió el globo ocular a un ciego al que le daban atención. Por la altura del cable no pudo encontrarlo con su bastón.