Pase lo que pase, no dejes de luchar

Pase lo que pase, no dejes de luchar

Pase lo que pase, no dejes de luchar

Senabri Silvestre

Pareciera que a veces lo hemos dado todo, que no hay nada que hacer. Hagamos lo que hagamos, nada da resultados.

Pero no, siempre hay algo más que hacer, pues Dios siempre ha estado ahí para levantarte, darte ánimos y llevarte en sus brazos hacia puertos seguros, si tú le permites hacerlo.

¿Acaso no te has enterado, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra?

Dios no desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.
Estas promesas están contenidas en el libro de la Biblia Isaías 40:28-29 y puede que parezca poesía o utopía para el que sufre, ya sea por una condición de salud, pérdida de un familiar o cualquier otra situación personal.

Pero testimonios del poder de Dios hay de más, tanto en la Biblia como a nuestro alrededor. Tan sólo hay que buscarlos con interés y mente abierta.

Siete años atrás parecía que mi irremediable destino era la muerte, a causa de una rara condición de salud, por la que fui desahuciada en tres ocasiones. Prometo que en mi condición de invalidez, de dolor y de las dificultades que tenía para “mal vivir”, la muerte parecía la mejor solución.

De hecho, era todo lo que deseaba, pues no soportaba más tanta agonía. Sin embargo, la voluntad de Dios, el clamor de mis padres, familiares y allegados me obligaban a luchar.

Después del primer año de gravedad, ya fuera del hospital, seguía sufriendo. Estaba cansada de las incomodidades y visitas casi diarias a las terapias, hasta que un día en una farmacia, al escuchar mis quejas, una empleada me dijo: “todo lo que has sufrido valió la pena porque aún sigues con vida”… y aquí sigo.

Si yo me hubiese dado por vencida, seguro que hoy no estaría contando que tu vida no se termina hasta el último suspiro, por lo que merece la pena sufrir todo lo que tengas que sufrir y luchar lo que debas luchar para pasar ese trago amargo; pues un día el sufrimiento habrá pasado y lo recordarás como eso (algo pasado).

El desánimo es normal. “Hasta los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas”, Isaías 40: 30-31. Pide a Dios fuerzas, porque largo camino te resta.



Senabri Silvestre

Editora de Nacionales del Periódico El DÍA, amante de Dios y de mi familia.

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