Estamos a menos de un año de las elecciones, tanto las municipales, como las congresuales y presidenciales, y existe una suerte de bruma social sobre las candidaturas. Luce que los partidos políticos no quieren exponer sus candidatos a municipios y el congreso, cuestión muy grave.
Viendo los incumbentes a esas posiciones actuales, donde predominan corruptos, dueños de banca, narcotraficantes y hasta imputados por diversos crímenes, repetirán los partidos políticos semejantes personajes a las posiciones de las alcaldías y el Congreso. Eso es terrible para la democracia.
El reciente caso del Ministerio de Medio Ambiente, donde el primero fue asesinado vilmente por negarse a tratativas corruptas y el actual reconoce que tuvo que desvincular a gran cantidad de empleados por ser botellas, demuestra que seguimos atrapados en un modelo de Estado clientelar y corrupto. ¡Ojo con quienes defienden esa forma de hacer política!
Soy un convencido de que la sociedad dominicana es mucho mejor que sus partidos políticos. Demostró una vocación democrática con las movilizaciones que desarrolló en la década pasada y la persistencia de acudir a las urnas en medio de la pandemia y aún con una elección cancelada. Falta por supuesto mayor voluntad y organización allende los partidos para imponer unas reglas políticas diáfanas y un compromiso con la honestidad y el buen servicio al pueblo.
Una acción que podemos todos hacer es ser más rigurosos en la escogencia de candidatos a regidores, alcaldes, diputados y senadores. Un partido todavía pequeño como Opción Democrática ha demostrado por sus diputados actuales una vocación de hacer buena política y eso debemos tomarlo en cuenta, sobre todo en los núcleos urbanos donde hay votantes con mayor nivel de instrucción y hombres y mujeres que no dependen de un pica pollo para ir a votar.
De las candidaturas presidenciales no hay nada nuevo, ni siquiera con el caso del PLD que propone a un individuo díscolo y carente de una acción comprometida con el bienestar del pueblo. Su candidatura es producto -igual que la del 2020- de un partido secuestrado por una cúpula corrupta que va agotándose paulatinamente por no ejecutar una revisión real de sus errores durante 20 años. Nada tienen que ver con el magisterio político y la integridad personal de Juan Bosch. ¡Ojalá no usaran su nombre jamás!
Las candidaturas presidenciales evidentes del PRM y FP son conocidas en su actuar y lamentablemente tendremos que escoger el menos malo. Es el drama de una actividad política electorera que no incluye en su agenda los graves problemas de nuestra sociedad en el presente y el futuro inmediato.
Intentemos tener un mejor congreso, lo necesitamos, y escojamos alcaldías más sensatas y con propuestas que efectivamente mejoren la calidad de vida en los núcleos urbanos. No cedamos a la tentación de votar por quienes suponemos ganarán, sino por quienes pueden hacer bien por sus comunidades y legislen por el bien de todos. Esforcémonos en escoger bien y valorar candidaturas íntegras, no negociantes y corrompidos.