Los seres humanos somos tripartitas, en términos de que somos cuerpo, alma y espíritu. Aplicado esto al amor, colegimos que el amor no tiene edad.
Por eso nos enamoramos de una persona más adulta o más joven, valorando más sus creencias, valores, personalidad y características espirituales o emocionales.
Nada ni nadie garantiza que una relación sea duradera. Pero, para las personas con mucha diferencia de edad que se unen, existen mayores riesgos que pueden dificultar su tránsito en la vida en pareja.
A continuación, algunos de los factores de riesgo que pueden entorpecer el desarrollo de una vida en pareja funcional y gratificante.
Las experiencias de Vida. A veces los propósitos o metas no encajan. El más adulto, ya pasó por las experiencias.
El más joven necesita ese aprendizaje experiencial para continuar su camino.
Factores socioculturales. Los amigos y lugares que frecuentan podrían suponer un conflicto a largo plazo. Amigos disímiles para ambos, incapaces de compartir los mismos intereses, situación que provoca insatisfacción y disgustos.
La dinámica sexual. Por ejemplo, hombre con una edad muy superior a la de su pareja, necesita mayor tiempo de estimulación que una persona más joven y mayor tiempo para un segundo encuentro coital. Podría generar frustración e insatisfacción a la mujer.
Mujer muy joven puede no tener la experiencia o interés sexual que el hombre desea, dificultando el disfrute de la intimidad. Familia. Generalmente se preocupan aunque no lo expresen, principalmente los familiares del más joven.
Amor, decisión, responsabilidad, negociación, creatividad. Claves para resolver estas situaciones.