La anexión a España tras 17 años de independencia, perpetrada por Santana, tuvo entre sus motivaciones una que sigue lacerando el mejor interés dominicano: emplear poderes extranjeros en luchas políticas intestinas.
La popularidad de Báez sin dudas impulsó a Santana a preferir regalar la patria a España antes que verse sustituido por Báez como gobernante.
No en vano lograda la Restauración, abonada con sangre de baecistas como el presidente Pepillo Salcedo y el prócer Sánchez, tras brevísimos amaracos inefectivos de santanistas huérfanos, Báez volvió al poder por abrumadora aclamación popular, azorando a Meriño y Luperón.
Entre las paradojas de esa guerra es que Báez aceptó ser mariscal español para tratar de regresar al país pues sus propiedades y patrimonio (heredado del padre y el abuelo) fueron confiscadas por Santana, pero este no le permitió entrar.
¡Y cuánto estrujan ese mariscalato a Báez! Mientras Santana, no sólo nos anexó sino que fue hecho Marqués. Nuestra historia requiere muchas revisiones, incluyendo la causa de muerte de Santana, ante evidencias de que se suicidó.