Decía Lilís, cuando su tropa enardecida voceaba “¡viva Báez!” años tras fallecido, que cada cual invoca al peligrar al santo que quiera. Similarmente, pero sin santidad, sucede con las encuestas.
No dudo de los resultados de las serias, aunque discrepen entre sí o muestren enormes paradojas estadísticas.
Por ejemplo, casi todas concuerdan al señalar que la popularidad o tasa de aprobación del presidente Medina es casi 70%. Al mismo tiempo, dicen que el rechazo a su gobierno y partido supera el 60%.
El jefe del gobierno y del partido que quieren cambiar, sin embargo, es apoyado por una mayoría significativa de los votantes.
El mismo Medina se preguntaba en una reunión del PLD, tras semanas con Gonzalo sube que sube y Abinader baja que baja, al punto de lucir en empate técnico o con el Penco encima, ¿cómo es posible que, sin ningún suceso justificativo, de repente Abinader dizque aventaja a Gonzalo por más de diez puntos porcentuales? Eso decía la prensa americana de Hillary y Trump arrasó en las elecciones.