Hombre de ideas indomables, Jean- Luc Godard ha reinventando tantas veces la dialéctica cinematográfica superponiendo imágenes, sonidos y rompiendo narrativas muy entroncadas en el montaje. Ha sido el niño que constantemente evolucionó.

Aunque prefiero sus años 60, entiendo que la frontera de su hemisferio creativo ha sido «Histoire (s) du cinéma» (1988-1998), desafiante versión de la historia del cine. Una gema. Ni hablar de su merecido palmarés, más extenso que los prontuarios del Chapo Guzmán y Pablo Escobar juntos.

Godard tiene más de 20 años en una misión destructiva de la estructura del lenguaje cinematográfico. Las últimas películas que ha realizado, como «Le livre d’image», están fuera de este sistema planetario. Amén del apetito intertextual que muestra por la apropiación y la exposición de las fisuras capitalistas no veo diálogo alguno con el espectador. Soliloquio reiterativo más bien.