De acuerdo a cifras de Naciones Unidas la población mundial asciende más de 7 mil millones de personas, sin embargo, quienes pasan mucho tiempo en redes sociales pueden ser dueños de la idea de que el resto del mundo gira entorno a lo que pasa en ellas, exactamente en los 1,121 millones de usuarios que tiene Facebook (43% mujeres y 57% hombres); 895 millones de Instagram (50% mujeres, 50% hombres) y 251 millones de twitter (34% mujeres, 66% hombres), pero no es así.
En el caso de Twitter, se ha consolidado como la red social favorita de los políticos, los periodistas, los hacedores de opinión y su impacto en los medios de comunicación tradicionales tiene mucha más fuerza que las dos primeras, a pesar de que de las tres mencionadas anteriormente, es la que en términos generales tiene menos cantidad de usuarios.
La cantidad no es determinante
El Salvador tiene 6.4 millones de habitantes, según el último censo de ese país -realizado en mayo 2019-, de los cuales solo 3.8 millones tiene acceso a internet y de ellos 241 mil usan Twitter, lo que nos lleva a pensar ¿Para quién tuitea Nayib Bukele?
El presidente Bukele tiene 10 años usando Twitter, 964,395 seguidores y un promedio de retuit en ella de 87.8%, lo que, por este y otros elementos, le ha dado un nivel de influencia en esta red de 96 sobre 100, no solo por ser presidente de esa república, ni por considerarse el presidente más cool y ser millenial, sino por un estilo del tipo Donald Trump que sabe como alimentar a los medios de comunicación tradicionales, en los cuales sus mensajes son capaces de poner la agenda.
Recordemos que el periodista norteamericano Manuel Erice corresponsal de diario ABC en los Estados Unidos, avisaba en 2017 que “la combinación Twitter-Trump” prometía reinventar la presidencia de ese país que antes cuidaba tanto su comunicación y ahora todos sabemos lo que ha hecho el magnate con solo un tuit y como, agrego yo, ahora Bukele ha dado visibilidad a ese país y a su presidencia, sin ánimos de decir que lo está haciendo bien.
Con su llegada a la Casa de Gobierno de El Salvador en junio de 2019, quedó claro que la cantidad de usuarios de una red social en un país no es determinante para que la cuenta de un político salga de él y pase a ocupar los titulares de los principales medios de comunicación del mundo por su particular forma de comportarse en ella.
Y es que el mandatario utiliza Twitter para dar órdenes a sus ministros, despedir y designar a otros, para felicitar a una adolescente “desconocida” en sus 15 primaveras, a su propia solicitud, así como también para anunciar una rueda de prensa en la que aparecen en Tshirt y gorra en la Casa de Gobierno.
El presidente de 37 años nos deja enterados de que la mejor estrategia de comunicación por Twitter es la que acerca esa cuenta a la realidad de su país y mantiene una sincronización con la personalidad de propietario.
Si en algún momento toca valorar monetariamente lo que representa en términos de impacto publicitario este modelo de comunicación, tendremos que recurrir a aquel precedente que sentó Trump en su campaña, sobre la cual reveló que en la misma se había desembolsado 915 millones de dólares, frente a los 1,350 millones de la campaña de Hillary Clinton, al final, el concluyó: “Las redes sociales tiene más poder que el dinero que gastaron. Yo comprobé eso”.