¿Por qué tienen que quedarse atrás los diputados de Ultramar? Ellos, como cualquier otro político de nuestro patio, saben contar cuentos de hadas y tomarle el pelo al pueblo.
Desde agosto de 2012, cuando fueron elegidos, hasta el presente, han hablado de defender los intereses a sus compueblanos radicados en el exterior, de legislar para que estos no sean engañados por las compañías de bienes raíces establecidas en la isla, de cambiar la ley que prohíbe a los dominicanos llevar al país vehículos con más de cinco años de uso, de la creación del Instituto de Bienestar del Dominicano en el Exterior, el cual velaría porque los criollos tengan un retorno digno a Quisqueya, asistencia jurídica, repatriación de personas de escasos recursos económicos fallecidas, así como orientación para la re-reinserción de los regresados al mercado laboral.
Los dominicanos residentes fuera del país tienen siete de esos flamantes funcionarios congresuales, llamados diputados de Ultramar: Rubén Luna (PRD), Aldelis Olivares (PRD), José Morel (PRD), Aurelio Moscat (PRD), Alfredo Rodríguez (PLD), Marcos Cross (PLD) y LevisSuriel Gómez (PLD), distribuidos entre Estados Unidos, Puerto Rico, Canadá y España.
Ahora bien, ¿cuántos paisanos saben dónde operan sus oficinas, qué logros han obtenido para la comunidad que los eligió?, ¿dónde y cuándo se reúnen con sus representados para escuchar sus necesidades?, etc.
Recientemente, uno de ellos, Alfredo Rodríguez, “preocupado” por las necesidades de la diáspora dominicana newyorquina, según lo que él entiende por necesidades, está de fiesta celebrando que por gestiones suyas el Congreso dominicano aprobó el 17 de diciembre de 2013 que la Procuraduría General de la República abra una ventanilla de servicios legales en el Consulado dominicano en New York, para expedir certificados de buena conducta y otros documentos de “utilidad” para los dominicanos.
¿Hasta dónde puede llegar la ingenuidad de alguien que debería tener astucia y agilidad mental para luchar por el progreso de quienes lo llevaron a la posición que ostenta? Este diputado ignora que el Congreso Nacional le hubiera aprobado ese proyecto a cualquiera que lo hubiera sometido, creo que hasta sin ser diputado, porque se trata simple y llanamente, de una ventanilla comercial recaudadora de recursos para el Estado, mediante la venta de documentos.
El salario de un diputado de Ultramar es 330,974 pesos mensual. Una simple operación matemática nos dice que en los 20 meses que llevan los siete diputados de Ultramar ejerciendo tal función han recibidoRD$79,433,760. Es decir, casi ochenta millones de pesos por su “servicio” a la diáspora dominicana.
Los dominicanos de la diáspora han gastado mucha saliva y hojas de periódicos reclamándoles a los gobiernos dominicanos que los retribuya aún sea con un poco de consideración y respeto por lo mucho que aportan a la economía nacional: más de US$3,000 millonesanualmente, equivalentes a unos 120,000.000 de pesos. Sin embargo, miren lo que reciben nuestros paisanos a cambio: diputados de Ultramar comedores de sueldos.
¿Es ese el regalo que merecen quienes mantienen un 25% de la población dominicana? Entonces, la pregunta inevitable es: ¿para qué sirve un diputado de Ultramar?