Hugo López Morrobel
Los “benditos” Juegos Deportivos Militares han perdido por completo el norte para lo que fueron creados.
Se supone que el objetivo fundamental debe ser fomentar el desarrollo de atletas que surjan de las entrañas de las cuatro instituciones que compiten en cada versión.
Pero que se sepa, de esas competencias, en las que se invierten millones de pesos, no ha surgido un solo atleta formado en las entrañas de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.
El único propósito del Ejército, Fuerza Aérea, Armada y Policía es ganar a como dé lugar, en la mayoría de los casos contando con la participación de atletas ya formados por otras entidades.
Lo más cómodo para esas instituciones, en vez de fajarse a formar atletas, es contratarlos mediante el famoso “enganche” y otorgarles de inmediato el título de “asimilados”.
Si en ese espectáculo el Estado gasta millones, lo más inteligente es que sean abolidos mediante un decreto, hasta que entren al redil para lo cual fueron creados.
No es posible que los cuerpos armados y la Policía monten un espectáculo que al fin y al cabo solo sirve para crear, ellos, chismes de muy poca monta.
Un caso que da vergüenza
En un país donde se desaparecen millones mediante el dolo, sobornos y corrupción, es sumamente penoso el periplo por el que pasa la joven atleta no vidente Manuela Jacinto, de 16 años, quien a pesar de haber ganado medallas de oro y plata en los Juegos Panam, no tiene ayuda económica para trasladarse a la pista de entrenamientos.
Un reportaje del colega Justo de la Cruz, publicado en la edición de ayer de EL DÍA, retrata de cuerpo entero la penosa situación de esta atleta banileja, quien en un mar de lágrimas pide los recursos para asistir al Campeonato Mundial Juvenil Para Atletismo.
Esa joven invidente se ganó en buena lid ese derecho, y la sociedad en general debe apoyarla.
