¿Para qué ir a la universidad?

¿Para qué ir a la universidad?

¿Para qué ir a la universidad?

José Armando Tavárez

He tenido el privilegio de participar en una mesa de trabajo, impulsada por la Organización de Estados Iberoaméricanos (OEI), con el propósito de reflexionar sobre el futuro de la educación superior y el impacto de la transformación digital en su quehacer cotidiano.

Escuché los interesantes aportes de varios expertos nacionales y profesionales vinculados a las nuevas tecnologías aplicadas a la educación superior.

Las sesiones virtuales y sincrónicas fueron una experiencia muy rica en aportes y comentarios realizados desde perspectivas muy variadas.

Una de las lecciones más importantes de dicho espacio académico fue confirmación de la necesidad de repensar el sentido de la universidad en la sociedad líquida o postmoderna en la que vivimos.

Todos nos debemos preguntar, ¿hace sentido la existencia de una organización como la universidad, cuando todos los conocimientos humanos están accesibles a la distancia de un click?
En la era digital en la que vivimos, han surgido nuevas formas de capacitación o formación.

Hoy en día, como nunca antes, se puede acceder a todo tipo de contenidos educativos de altísima calidad, en su mayoría abiertos, gratuitos y disponibles en línea.

El internet democratizó el acceso al conocimiento, haciendo posible que cualquiera pueda hacer uso libre del capital más importante de la humanidad con el solo requisito de un dispositivo electrónico, acceso a internet y una formación mínima. Esta realidad empuja a las universidades a cambiar y mantenerse innovando.

No pueden seguir siendo lo que eran. Ha llegado el momento del gran cambio en las instituciones educativas de nivel superior.

Para mantener su pertinencia en la sociedad, las universidades de tipo docente que centran su accionar en la formación profesional, deben innovar en su oferta educativa. Debemos tener títulos de grado flexibles, diversos y cortos.

Los llamados bootcamps, nanodegrees y micromasters llegaron para quedarse. Dichos programas de formación intensiva y corta parecen ser el futuro de la permanente actualización profesional.

Nuestros futuros profesionales necesitan que la universidad esté más cerca del sector productivo y que, en una alianza positiva, le brinden una experiencia educativa enriquecida y alineada a lo que demanda el mercado laboral. Este es el camino, debemos transitarlo.



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