Santo Domingo.– Para el público, José P. Monegro es el reconocido periodista, amante de los deportes y director del periódico El Día, mientras que para él su más grande empresa es ser el padre de Jhoan y Angeline.
Corría el año 1996, y República Dominicana vivía grandes cambios en el plano político. Se cerraba un ciclo de liderazgo y se hacía la transición de los pañales de tela a los desechables. Fue en ese ínterin que José Monegro se convirtió en padre por primera vez.
El 10 de agosto, días antes de la toma de posesión de Leonel Fernández, llegó su primogénito Jhoan Monegro mientras él y su esposa, Ángela Medina de Monegro, estaban en pleno ejercicio periodístico.
Durante la dulce espera, en varias ocasiones discutieron qué nombre le pondrían al bebé, pero fue justo el día de su nacimiento, al cargarlo en la clínica y ver por primera vez sus ojitos, que entendieron que Jhoan, una combinación de José y Ángela, sería su nombre.
En un punto crucial de la historia política dominicana, cerrando el ciclo de Joaquín Balaguer, José Francisco Peña Gómez y Juan Bosch, se marcó la vida del niño. Deduce que quizás por eso Jhoan tiene muchas inquietudes sociales y de pensamiento, influenciado por la situación de aquel entonces.
Con visible alegría, define a Jhoan, quien actualmente tiene 26 años, como una “bendición divina” que vino a sellar su familia.
“Es un joven de pensamiento crítico e inquietudes sociales y políticas”.
La llegada de Angeline
Tres años después, en medio de muchas dificultades, llegó quien él describe como su “guerrera”, Angeline Monegro Medina.
Monegro recuerda que entonces tenía 29 años y su esposa Ángela tuvo preeclampsia, por lo que hubo que interrumpir el embarazo.
“Tuvimos que tomar junto al médico, conscientes de los riesgos que esto implicaba, la decisión de interrumpir el embarazo. Solo le dije al médico que pusiera todos sus talentos en salvarlas a ambas, y Dios me permitió tenerlas a las dos”.
Su pequeña guerrera nació prematura y algunos de sus órganos aún no se habían desarrollado completamente. Su madre apenas tenía seis meses de embarazo.
A diferencia de Jhoan, a quien cargó de inmediato, a Angeline solo pudo verla a través de la incubadora y apenas pudo tocarla.
Según el experimentado periodista, todo lo vivido la convirtió en una niña feliz, que disfruta de todo, se toma la vida con humor y se burla de todo. “Es una luchadora”.
No hay escuela para padres
Monegro manifiesta que tanto Jhoan como Angeline, pese a tener personalidades diferentes, coinciden en ser de pensamiento profundo e inquietudes sociales.
El periodista entiende que no hay un manual o una enciclopedia que nos enseñe cómo ser padres.
Narra que con la llegada de Jhoan, la paternidad fue como una carrera universitaria, mientras que con Angeline, la pareja realizó el posgrado y la maestría.
“A ser padre se aprende sobre la marcha”.
Crianza conjunta
Comenta que desde el primer momento, su esposa y él asumieron la paternidad como un acto de pareja.
«Nos alternábamos para despertarnos en las madrugadas”.
Por eso, le tocó cambiar pañales de tela (no eran tan comunes los desechables), preparar biberones y bañarlos.
Dice que no hubo celos entre hermanos porque se encargaron de involucrar al primogénito en los cuidados domésticos de la hermanita menor.
Después del alta médica, la niña estuvo dos meses en cuarentena dentro de la casa y con un bombillo en la cuna.
“Los vecinos solo la veían desde afuera”.
Monegro se define como un padre todoterreno que ha pasado por diferentes etapas, desde llevarlos al colegio y al parque hasta acompañarlos a elegir las universidades.
Agradece a Dios que siempre pudo buscarlos al colegio, lo que le permitió crear un vínculo especial con ellos.
Recuerda con mucho amor que le gustaba ir los fines de semana a la Ciudad Ganadera para que tuvieran contacto con los animales y luego montarse en los caballos, así como viajar a pueblos del interior en familia.
Lleno de orgullo, dice que ambos se graduaron con honores de sus carreras universitarias.
En la actualidad, vive la paternidad de forma diferente pues sus hijos ya son adultos con sus propias inquietudes, aunque para él siempre serán sus muchachitos.