MEXICO.— El papa Francisco inició su primera visita a México el sábado con discursos ante las élites política y eclesiástica del país, tras el éxito de su histórico encuentro con el patriarca de la iglesia ortodoxa rusa en Cuba.
Durante su escala de tres horas en La Habana el viernes, Francisco abrazó al patriarca Kirill y con un “ífinalmente!” dieron un paso trascendental para cerrar un cisma que divide al cristianismo desde hace casi un milenio.
Los dos líderes religiosos firmaron una declaración conjunta de 30 puntos sobre la unidad religiosa, que compromete a sus confesiones a superar sus diferencias. El pontífice dijo en un mensaje en Twitter que el encuentro fue “un regalo de Dios”.
Francisco y Kirill pidieron a los líderes políticos que actúen sobre la principal preocupación de católicos y ortodoxos hoy en día: La persecución de los cristianos en Irak y Siria, donde están siendo asesinados y expulsados de sus casas por el grupo extremista Estado Islámico.
“En muchos países del Medio Oriente y del norte de África, familias enteras de nuestros hermanos y hermanas en Cristo están siendo exterminados, pueblos y ciudades enteras”, recoge la declaración.
Más tarde, ya a bordo de su avión, Francisco dijo que la declaración no era un manifiesto político sino pastoral. Salió de “dos obispos que se reunieron y discutieron sus preocupaciones pastorales”, explicó.
Los focos se centraron entonces en la visita de cinco días de Francisco a México, que incluirá una oración muy personal ante la virgen de Guadalupe en el mayor y más importante templo mariano del mundo, que tiene especial importancia para el primer papa latinoamericano de la historia.
En su vuelo a la ciudad de México, el pontífice dijo que su “deseo más íntimo” es rezar ante la imagen de tez oscura.
La virgen es la patrona del país y “emperatriz de las Américas”, y millones de peregrinos acuden cada año a ella para rezar ante la sábana santa con su imagen. A su llegada a la capital azteca, Francisco fue recibido por una multitud que ondeó pañuelos amarillos.
Una banda mariachi amenizó la espera hasta que su avión se detuvo en la pista. El presidente del país, Enrique Peña Nieto — que tiene el índice de aprobación más bajo de un líder mexicano en el último cuarto de siglo —, y su esposa, Angélica Rivera, esperaron al pontífice en la alfombra roja.
El público gritó mientras los tres avanzaban juntos, y entonces las luces se apagaron y los asistentes agitaron celulares y linternas para acompañar a la canción oficial del viaje papal.
Hombres ataviados con enormes sombreros y mujeres con ligeras faldas rojas bailaron sobre la pista. Los fieles hicieron frente al frío de la noche al pie de la ruta que recorrió la comitiva hasta la Nunciatura para poder ver al pontífice en su papamóvil.
Por momentos coreaban “íSe ve, se siente, el papa está presente!” y “Francisco, amigo, el mundo está contigo”.
Tania Vásquez, acudió con su hijo Carlos, de seis años, y otros familiares. Sostenía un banderín con los colores de la bandera mexicana e imágenes de Francisco, una paloma y la virgen de Guadalupe.
“Va a venir a hablarnos fuerte. En México hay muchos problemas económicos y de inseguridad, hay mucho egoísmo y él viene con un mensaje también de paz y esperanza que necesitamos”, dijo Vásquez.
En un momento dado, la comitiva se paró cuando un hombre corrió hacia el papamóvil, pero fue detenido por agentes de seguridad antes de llegar a él y el convoy prosiguió su marcha.
El sábado, Francisco iniciará la jornada reuniéndose con funcionarios mexicanos y embajadores extranjeros en el Palacio Nacional, en el zócalo capitalino.
El discurso que ofrecerá allí es un clásico en cada viaje del pontífice y suele ser el más político. Se espera que el papa aborde algunos de los problemas más graves que enfrenta la nación, desde la violencia por el narcotráfico, a la migración y la pobreza.
El viernes, Francisco envió un mensaje al arzobispo de Monterrey expresando su pesar y pésame a las familias de las 49 víctimas de un motín en la prisión de Topo Chico en la víspera.
Está previsto que durante su estancia en México visite una prisión en la localidad fronteriza de Ciudad Juárez, en el norte del país. Más tarde el sábado, el pontífice se reunirá con obispos en la Catedral de la Asunción.
Es probable que les pida que se acerquen a su pueblo y les acompañen en los momentos difíciles, en medio de las críticas a la jerarquía eclesiástica del país, que muchos consideran que está muy enfocada en los ricos y poderosos.
El papa terminará el día con una misa en la basílica de la virgen de Guadalupe y orando en silencio ante la imagen.