Ciudad del Vaticano.– El papa Francisco pidió hoy a los sacerdotes que sean “ministros de misericordia”, que ayuden al “pueblo descartado” y que no sean “prisioneros” fascinados por “mil propuestas de consumo”, durante la homilía de la Misa Crismal del Jueves Santo que celebró en la basílica de San Pedro.
El papa celebró hoy una misa que rememora “el día de la institución del sacerdocio” y por ello su homilía, como en anteriores Jueves Santos, estuvo dedicada a los consejos para los sacerdotes.
“Como sacerdotes, nos identificamos con ese pueblo descartado, al que el Señor salva y recordamos que hay multitudes incontables de personas pobres, ignorantes, prisioneras, que se encuentran en esa situación porque otros los oprimen”, dijo el papa.
“Pero también recordamos que cada uno de nosotros conoce en qué medida, tantas veces estamos ciegos de la luz linda de la fe, no por no tener a mano el evangelio sino por exceso de teologías complicadas”, agregó.
Para el papa, en algunas ocasiones los curas sienten su “alma sedienta de espiritualidad, pero no por falta de Agua Viva (…), sino por exceso de espiritualidades ‘gaseosas’, de espiritualidades ‘light'».
Y también pueden verse “prisioneros, pero no rodeados como tantos pueblos, por infranqueables muros de piedra o de alambradas de acero, sino por una mundanidad virtual que se abre o cierra con un simple ‘click’” u “oprimidos pero no por amenazas ni empujones, como tanta pobre gente, sino por la fascinación de mil propuestas de consumo” que impiden “caminar libres».
El papa recordó a los sacerdotes que son “testigos y ministros de la misericordia” y que esta “misericordia restaura todo y devuelve a las personas a su dignidad original”, en este Jueves Santo que se celebra en el marco del Año Santo Extraordinario de la Misericordia. Por ello, se refirió en su homilía a “dos ámbitos en los que el Señor se excede en su misericordia»- el del encuentro y el del perdón.
En cuanto al primero, Jorge Bergoglio subrayó que Dios “se da todo y de manera tal que, en todo encuentro, directamente pasa a celebrar una fiesta”, mientras que respecto al perdón, recordó que “no sólo perdona deudas incalculables (…), sino que nos hace pasar directamente de la vergüenza más vergonzante a la dignidad más alta sin pasos intermedios».
En esta línea, aconsejó a los sacerdotes mantenerse “siempre en esa tensión sana entre una digna vergüenza y una avergonzada dignidad- actitud de quien por sí mismo busca humillarse y abajarse, pero es capaz de aceptar que el Señor lo ensalce en bien de la misión, sin creérselo».
“Esta avergonzada dignidad nos salva de creernos, más o menos, de lo que somos por gracia”, apuntó. La celebración del Jueves Santo continuará esta tarde, cuando el papa Francisco acuda a un centro de acogida situado a las afueras de Roma para celebrar la misa que rememora la Última Cena y lavar los pies a doce refugiados.