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Ciudada Juárez.— El papa Francisco cerró su visita de cinco días a México con un mensaje de amor y compasión para el pueblo y los migrantes que atraviesan el país camino de Estados Unidos.
Para los líderes políticos y religiosos de México, el viaje fue más bien una lección en amor duro.
El pontífice utilizó su estancia para criticar a la clase dirigente mexicana por no proteger a la gente de las bandas criminales y la corrupción rampante, y reprendió a los obispos para que se acercaran más a su grey y aliviaran su sufrimiento.
