Era casi medianoche cuando lo secuestraron en La Paz. Luis Espinal Camps volvía del cine a pie y le faltaba una cuadra para llegar a su casa, pero lo montaron en un jeep.
Al sacerdote jesuita le esperaban horas de tortura entre culatazos, golpes y quemaduras con plancha antes de ser rematado con más de 12 tiros en un matadero de reses, como consta en reportes policiales y periodísticos de la época.
Quiso la accidentada historia de América Latina que Espinal y el obispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero fueran asesinados con un margen de dos días: el primero el 22 y el segundo el 24 de marzo de 1980.
«La muerte los hermanó», dijo a BBC Mundo Xabier Albó, sacerdote jesuita español y amigo de Espinal.
«Cuando retornábamos del cementerio, nos enteramos que a más de 4.000 kilómetros de distancia (en El Salvador) habían asesinado a Óscar Arnulfo Romero. Las causas son las mismas».
Este miércoles, otro jesuita, el papa Francisco, homenajeará en Bolivia a este religioso que llegó desde Barcelona a principios de los 70 para dedicarse al cine, al periodismo y, en el proceso, denunciar los abusos de gobiernos militares que se turnaban el poder en aquellos años.
Y mientras Romero ha sido recientemente beatificado, los seguidores de Espinal aprovecharán la parada del Papa frente a los cerros donde fue hallado su cuerpo para activar el proceso que permita que el jesuita sea reconocido como mártir de la iglesia.
Paralelos con Romero
«El salvadoreño murió por defender los derechos de los pobres en su país en medio de una masacre y a Luis Espinal lo mataron por decir verdades y tomar partido por los indefensos», aseguró Albó a BBC Mundo.
Xavier Albó apunta que la muerte su colega se debió a la opción «preferencial por los pobres» que Espinal tomó en aquellos años, al igual que lo hizo Óscar Arnulfo Romero.
Hoy, colegios, avenidas, organizaciones juveniles y brigadas de trabajo comunitario bolivianos llevan el nombre del jesuita, un activista de los derechos de los ciudadanos.
El día de su primera posesión presidencial, en 2006, Evo Morales mencionó a Espinal cuando pidió un minuto de silencio por varios luchadores sociales bolivianos.
En 2007 el mandatario decretó la fecha de su secuestro como el día del cine boliviano.
Cada año, en la madrugada del 22 de marzo, niños y jóvenes de colegios católicos realizan romerías hasta el lugar en el que Espinal fue encontrado sin vida.
Albó apunta otro elemento común entre ambos: Romero pasaba cada semana su homilía por radio mientras que su amigo usaba la prensa y el cine como medio favorito para «aplicar su vivencia evangélica a favor de la gente».
Crimen impune
En 1979 Espinal fundó el semanario «Aquí», un periódico autogestionado que 1980 alertó sobre la inminencia de un nuevo golpe de Estado en Bolivia, algo que se hizo realidad cuatro meses después del asesinato del jesuita.
El cineasta y periodista Alfonso Gumucio, quien fue su alumno y cofundador de «Aquí», recuerda que conoció a Espinal en unos cursos de cine que brindaba el sacerdote poco después de su llegada a Bolivia en 1970.
Después se rencontró con el cura, cuando éste participó en la multitudinaria huelga de hambre de 1978 que acorraló al gobierno de facto de Hugo Banzer (1971-1978) y desembocó en una convocatoria a elecciones con amnistía irrestricta para presos y exiliados.
«El semanario «Aquí» demostró que Lucho (como se le conocía popularmente) estaba decidido a llegar hasta las últimas consecuencias en su compromiso con Bolivia. Él tenía muy claro que su vida terminaría en Bolivia y por ello decidió consagrarla a la lucha por la democracia», relató a BBC Mundo Gumucio.
«Me impresionó mucho la decisión de Luis de hacerse boliviano y quedarse aquí para siempre», dijo Gumucio, quien presentó hace poco una reedición de su libro «Luis Espinal y el cine».
En 1986, en el llamado «Juicio a la dictadura» (1986) que juzgó los abusos cometidos durante el gobierno de facto instaurado del general Luís García Meza (1980-1981) se condenó a paramilitares, policías y militares por violaciones de derechos humanos.
Sin embargo, no se juzgó el caso de Espinal, porque muerte se produjo antes del golpe de Estado y por tanto no quedó entre las causas presentadas.
Hasta el momento, el crimen del padre jesuita quedó impune, algo que lamentan grupos de derechos humanos.
Una oración para Lucho
La agenda difundida en Bolivia señala que Francisco llegará al aeropuerto internacional de El Alto (La Paz) alrededor de las 16:15 del miércoles. Allí hará un saludo acompañado del presidente Morales.
A las 17:15 está prevista una parada para que el sumo pontífice realice una oración y una bendición para Luis Espinal.
En ese punto, durante todo el día se realizarán actividades preparadas por la comunidad jesuita junto a otras organizaciones y artistas que se sumaron al homenaje.
«Francisco dejará un símbolo de partida para reconocer a Luis como mártir formal en la Iglesia», afirma Albó.
Morales le otorgará al sumo pontífice la Orden al Mérito «Padre Luis Espinal Camps», un reconocimiento creado por el congreso boliviano en las semanas previas a la llegada del jefe de la iglesia Católica.
Será una de las pocas actividades del sumo pontífice en sus cuatro horas en La Paz, el resto de la agenda boliviana se realizará en Santa Cruz hasta el viernes.
Francisco clausurará el Encuentro Mundial de Movimientos Populares, que reúne a organizaciones sociales y comunitarias de cuatro continentes, quienes harán un último homenaje a Espinal.