VATICANO.— En su Misa de Gallo, el papa Francisco destacó la humildad del nacimiento de Jesús y censuró lo que describió como la sociedad ebria de consumo, placer, abundancia y lujo.
Los cristianos en diversas partes del mundo se aprestaban a celebrar con alegría la llegada de Jesús a este mundo.
Pero en su única misa cristiana pública, en el esplendor de la Basílica de San Pedro, el papa contrapuso a su alegría un lamento por los excesos de las sociedades y por lo que describió como una «cultura de indiferencia, que con frecuencia termina por ser despiadada».
El papa afirmó que Jesús «nos llama a tener un comportamiento sobrio, es decir, sencillo, equilibrado, lineal, capaz de entender y vivir lo que es importante».
En referencia al nacimiento de Jesús en un establo en Belén, el pontífice dijo que ese niño «nace en la pobreza del mundo, porque no hay un puesto en la posada para él y su familia».
Francisco también se pronunció en contra de las injusticias sociales. «En un mundo, a menudo duro con el pecador e indulgente con el pecado, es necesario cultivar un fuerte sentido de la justicia», afirmó.
Desde su elección como papa en 2013, Francisco ha intentado hacer que la Iglesia se caracterice por la misericordia amorosa y no por el juicio estricto. Y ha insistido en dar prioridad a las necesidades de los pobres, de los migrantes y de los refugiados.