Pañales hechos a mano en Gaza para suplir las carencias impuestas por Israel

Pañales hechos a mano en Gaza para suplir las carencias impuestas por Israel

Pañales hechos a mano en Gaza para suplir las carencias impuestas por Israel

Rafah (Gaza).- Una veintena de desplazados palestinos se afanan en un pequeño taller de Rafah, sur de Gaza, en la fabricación de pañales hechos a mano, a fin de hacer frente a la escasez y a los precios abusivos que ha alcanzado este producto básico debido a la guerra, el cerco y el perenne bloqueo israelí.

Juntan, cortan, cosen y vuelven a empezar para producir al día entre 500 y 700 pañales que venden directamente a las familias a un séquel (25 céntimos de euro) la unidad, para evitar que los comerciantes se aprovechen y suban el precio, en un momento en que una bolsa importada de este producto básico para bebés puede alcanzar hasta los 200 séqueles (unos 50 euros).

«Empezamos utilizando el material de los equipos de protección del coronavirus», explica a EFE la directora Maisa Qatati, que cuenta que han aprovechado el plástico, las tiras adhesivas y los cordones elásticos de estos equipos para fabricar los pañales, cuyo precio de producción calcula en siete séqueles la unidad.

Además, emplean algodón que cubren con gasa médica para que funcione como tela absorberte. «Todo el materia es médico para evitar que haya problemas», cuenta a EFE Yaser Abu Garara, promotor del proyecto.

Antes de fabricar pañales, el centro Merve ofrecía formación profesional gratuita, cuenta Qatati mientras muestra el proceso de fabricación de los pañales, donde enseñaban costura y tratamientos de belleza.

Pero con la guerra tuvieron que cerrarlo. Y después de un poco de tiempo, narra Qatati, «nos dimos cuenta de que había una carencia en el mercado de productos de sanidad para los niños y pensamos que teníamos que hacer algo», asegura, cuya voz que se mezcla con el continuo ruido del generador, que funciona con una bombona de gas.

Carencias de materias primas
Abu Garara asegura que podrían producir hasta dos mil o tres mil pañales diarios, pero que la falta de materias primas o del gas con el que alimentan el generador eléctrico se lo impiden.

«Aquí no hay nada», se queja Qatati, quien subraya que con que no tengan hilos o electricidad o cualquier otra cosa, la producción se detiene.

«Si se me acaba una cosa aunque sea básica, como puede ser el hilo, se para todo el proyecto. Si no hay luz, se para todo. La máquina es muy básica también. Hay seis máquinas que funcionan y con las que no puedo satisfacer las necesidades de la gente», dice.

Ambos hacen un llamado para recaudar fondos a fin de conseguir más material y poder seguir produciendo.

Según datos de la ONU, el 75 % de la población de Gaza, unos 1,7 millones de personas, está desplaza por la ofensiva israelí que ha acabado con la vida de casi 30.000 gazatíes, según datos del Ministerio de Sanidad.

Más de medio millón de personas sufre «niveles catastróficos» de inseguridad alimentaria y 1,17 millones padecen «niveles de emergencia» alimentaria, en un contexto de insuficiencia sanitaria, hacinamiento, continuos bombardeos y el bloqueo de la ayuda humanitaria por parte de Israel.

Los pañales a precios prohibitivos
Mumin Abdel Al es un refugiado que procede del norte de Gaza, ahora al frente de un improvisado puesto ambulante en Rafah (sur) en el que vende pañales.

«Los precios de los pañales son muy, pero que muy caros. Estos paquetes de pañales antes de la guerra costaban 25 ó 30 séqueles (unos 6 euros), pero ahora por el encarecimiento y el monopolio de los comerciantes, hoy, un paquete de pañales cuesta 130 séqueles (más de 32 euros)».

«Uno como este o como este 190 o 200 séqueles (unos 50 euros)», dice enseñando un par de paquetes. «El precio de los pañales no es normal», dice a EFE antes de agregar que vende otros hechos a mano más baratos.

Explica que cuando la gente se acerca a preguntar por los precios le dice que no pueden comprarlos y que en su lugar «usan trapos».
«Los precios están subiendo y la gente no está dispuesta a comprar productos», dice Abdel.

«Las latas (de comida) son caras, los dulces son caros y el pan es caro y quiero decir, además de la guerra, hay una guerra psicológica y una guerra por todas partes», concluye.