El pasado martes 12 de enero, como cada año, conmemoramos la caída en combate de Amaury Germán Aristy, Virgilio Perdomo Pérez, Bienvenido Leal Prandy (La Chuta) y Ulises Cerón Polanco.
Un hermoso acto coordinado por la Alcaldía de Santo Domingo Este, la Comisión Permanente de Efemérides Patrias, la Fundación Amaury Germán Aristy y la Fundación Caamaño.
Amaury estaba bien claro que la muerte era una posibilidad real; pero también estaba convencido de que la lucha de ellos no terminaría con su muerte física. Que sería continuada por futuras generaciones, que levantarían su bandera y avanzarían; pues la lucha no termina con la muerte, sino con la victoria.
Él expresó una vez: ‘‘La naturaleza social del hombre le otorga la posibilidad de perpetuarse, de vivir eternamente, si su lucha forma parte de la acción del género humano por su emancipación, puesto que a su muerte física le sobrevivirá su acción vital.
Por este motivo, cada revolucionario debe contemplar el hecho probable de su muerte como un accidente de una lucha que ha de sobrevivirle en la continuación de la acción hasta la victoria’’.
Nosotros estamos llamados a seguir esa lucha, tal vez con otras armas, pero con la misma determinación y el mismo objetivo.
La acción vital de Los Palmeros, de Caamaño, de Amín, y de miles de hombres y mujeres que aportaron sus vidas a este proceso, continúa hoy. Sobre nuestros hombros ha de pesar la sangre de ellos.
Estemos dispuestos a abrazar esa bandera, y si es preciso, estemos listos a dar el mismo sacrificio.
Desde la distancia en el tiempo, un saludo a Los Palmeros, quienes desde el fondo de una cueva supieron elevar más alto que el cielo la dignidad de nuestro pueblo.
¡Vivan Los Palmeros!