Santo Domingo.-Al dar una mirada a la suerte que han corrido distintos proyectos de la urbe, y en especial el Malecón capitalino, el legendario arquitecto Benjamín Paiewonsky Batlle consideró que la falta de mantenimiento como una de las causas del deterioro de muchas de estos espacios y consideró que los gobiernos han perdido el sentido de la continuidad de las obras.
Tras comparar el Malecón de Santo Domingo con el de Cannes, en Europa; el de Buenos Aires; La Habana, México y Atlantic City (New Jersey) acierta en que el de aquí posee una belleza natural inigualable.
Sin embargo, una vez se conformó ese importante paseo, ícono de la ciudad, no se le ha dado el mantenimiento planificado, como se proyectó cuando se plantaron las primeras palmas canas nativas y endémicas en la “Era de Trujillo”.
Recordó que se escogió esta planta porque amerita poco mantenimiento, es resistente a la sal, el viento y las marejadas.
Patrimonio
Hizo una relación de los monumentos erigidos desde hace décadas, como la plaza Los Trinitarios, de su autoría; el Faro Viejo, en la 30 de Marzo, y Trujillo-Hall, dejados a su suerte.
Igual, el Monumento Fray Antón de Montesinos; el rompeolas y la hoy plaza de Güibia, sometida a varias intervenciones; la desaparecida “Fuente de aguas”.
Cuestionó la poca relación de las actividades en la plaza Juan Barón y el parque Eugenio María de Hostos, como además la falta de disposición para la basura.
Significó que cabildos anteriores crearon áreas verdes en la ciudad y otros las vendieron o destruyeron, porque no se respeta la continuidad del Estado.
Ausencia prioridades
Asegura que aquí se tiene la mala costumbre de que luego que se hacen las obras se dejan caer y se olvidan de que hay que sostenerlas en condiciones para que “supervivan”.
Sostiene que ahora se habla mucho de planes sociales, pero no se fijan las prioridades.
Por igual, el pueblo se ha acostumbrado a extender la mano para que le den, no así a cumplir con sus deberes. “O sea que estamos lidiando con una población que se ha mantenido ignorante por generaciones, porque es más fácil manejar a un individuo ignorante que a uno que piensa con su cabeza, ese es un mal genérico que hay que acabarlo”, puntualizó.
En el caso del Malecón, afirmó que ni los ayuntamientos ni la Dirección Nacional de Parques han puesto reglas.
Propuesta Malecón
Entiende que este debe ser sometido a una limpieza de bancos con agua a presión; establecer seguridad e iluminación más alta.
Indicó que cuando se hagan cambios en cuanto a actividades y siembra de árboles hay que analizar los posibles impactos de fenómenos naturales.
Citó el caso de los balcones para pesca que construyó el Ministerio de Obras Públicas, que a su juicio debieron ser dotados de asientos en tablones; señalización y esculturas promocionales relativas al mar para hacerlo más atractivo.
El paisajista consideró que las piscinas que se ponen en el Malecón durante la Semana Santa pudieran establecerse en la zona costera del Monumento a Fray Antón de Montesinos y dejarse por más tiempo o de forma permanente con su respetivo mantenimiento.
El reconocido paisajista consideró que a pesar de esos señalamientos que hace, Santo Domingo es una ciudad hermosa, con muchos espacios atractivos.
Planificación del tránsito
Tras observar el crecimiento urbano de la ciudad, Paiewonsky Batlle no ve bien que en el Melecón se mantenga la ciruculación de vehículos pesados. Tampoco observa mucha planificación en el tránsito de la Capital.
“Las avenidas, Abraham Lincoln, John Kennedy son un tapón permanente.
¿Qué han hecho? que crearon todos los túneles de Oeste a Este y el único de Norte a Sur es el de la Ortega y Gasset que baja a la Universidad Autónoma de Santo Domingo, eso es falta de planeamiento”, reflexiona al tiempo de significar que sin planificación las soluciones tardan y se gasta más. Insistió en la gente no cuida lo que no conoce y por esa razón se han destruído casi todos los bosques.
Cita que un pedacito de Buenos Aires, un poco más pequeño que el país, cuenta con nueve zonas ecológicas. Mencionó el caso de Los Haitises, que posee más del 95 por ciento de la flora que existe en el territorio nacional.