Seguro que has escuchado esa famosa frase de Albert Einstein que reza: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Me encanta esta frase porque refleja una circunstancia que se da con mucha frecuencia en cada uno de nosotros.
Queremos lograr muchas cosas, pero ¿qué estamos haciendo para lograrlas? Muchas veces hacemos lo mismo una y otra vez, sin el resultado deseado, o, peor aún, no hacemos nada, pues, “por arte de magia”, lo que nos preocupa desaparecerá o lo que queremos llegará con solo desearlo. Lamentablemente, debemos tener claro que sin acción no hay resultados.
¿Cómo podemos llegar a la cima sin escalar la montaña? ¿Cómo queremos ser exitosos sin esforzarnos, sin dar la milla extra? Es más fácil quejarse, pues cambiar supone un gran esfuerzo porque se tiene que desaprender lo aprendido a través de muchos años y estar abierto y dispuesto a hacer cambios.
Ante un determinado problema, si repetimos una y otra vez el mismo procedimiento para resolverlo y conseguimos los mismos resultados. ¿Por qué seguir haciéndolo? ¿Por qué no explorar otras opciones? Sea lo que sea que esté sucediendo, no nos hemos tomado el tiempo de mirar el problema desde diferentes perspectivas para descubrir la solución correcta.
Quiero compartirles un extracto de un escrito de Vanessa Yamuza, que resume un poco lo que puede suceder si no logramos cortar la soga del fracaso constante:
“El hecho de fracasar de manera reiterada nos hace empezar a cuestionarnos a nosotros mismos ‘soy torpe’, ‘no sirvo para nada’… Nos etiquetamos de manera negativa, baja nuestra autoestima y esto nos hace ser menos eficaces.
Se entra en un círculo vicioso que nos lleva a la inactividad ‘para que voy a hacer algo si no voy a lograr nada’. Entonces aparece la fase de queja ‘que mala suerte tengo’. Nos hemos acomodado a actuar así y no queremos cambiar porque el cambio cuesta”.
Yamuza, al final del párrafo, da en el clavo: “El cambio cuesta”. Por ende, es bueno recordar que todo en la vida tiene un precio, ya sea dinero, tiempo o esfuerzo. ¿Estás tú dispuesto a pagar el precio que se requiere para lograr lo que quieres? Piénsalo y luego toma una decisión.