Santo Domingo.-Sentimientos de dolor y pesar por el fallecimiento del sacerdote salesiano Luis Emilio Rosario, se vivieron en la parroquia San Juan Bosco, donde cientos de personas se congregaron a la misa para dar el último adiós a un cura que supo demostrar su amor por los más desposeídos.
Rostros tristes, ojos nublados por las lágrimas, abrazos de consuelo entre los hermanos de la iglesia con los que compartió, señalaban la pena por la partida física de aquel ser humano que, para todos los que le conocieron, fue un ejemplo de amor a los demás.
Su vocación de servicio lo llevó a crear programas enfocados a los que más lo necesitaban: los niños de las calles, a quienes dedicó parte de su vida para que al crecer fueran hombres y mujeres de bien.
Samuel Franco fue uno de esos niños a los cuales alcanzó el «Programa Yo También», aunque dice era tan joven que no recuerda la edad exacta en que tuvo la oportunidad de pertenecer a esa gran familia.
«Yo le dije que no quería seguir más en la calle y él me acogió de una vez en su programa», puntualizó.
Ahora tiene 27 años y no cree haya otro ser humano con el corazón tan noble y humilde como el que tenía el padre Luis Rosario.
Legado
Franco explica que siempre le ofrecieron las facilidades y herramientas que lo ayudaron a superarse. Estudió y pese a que no ha hecho una carrera universitaria, gracias a los procesos de formación suministrados se desempeña como auxiliar de ventas.
“El padre nos dejó un buen legado a nosotros porque no todo el mundo hace lo que hizo el padre, que pensó en nosotros más que en él mismo; nos rescató del lugar donde estábamos (la calle), para que fuéramos mejores personas”, explicó Franco.
Con cánticos y alabanzas, el arzobispo metropolitano de Santo Domingo, monseñor Francisco Ozoria, celebró la eucaristía, “considero al padre Luis como un hombre y sacerdote realizado, porque los dotes que recibió de Dios los puso al servicio de los demás”, sostuvo el arzobispo.
Cualidades
— Humano
Al referirse a cualidades que definían al religioso, todos coincidían en una palabra “humano”, eso que lo llevaba a pensar en los demás, en los más desprotegidos, los niños sin hogar y por eso será recordado.