Una de las noticias más triste que he recibido en la vida fue la que se refiere a la muerte de Pablo Peguero. Ayer mi hijo Edward me llamó para informarme sobre la muerte de Don Pablo y me quedé en “shock”, no lo podía creer.
Conocí a Peguero en los inicios de los años 90’s mientras estaba en los afanes de ser pelotero profesional. Me la ingenié para conseguir el número telefónico de su residencia y nunca se negó a verme en el Campo Las Palmas, cuando trabaja para los Dodgers.
Por cosas del destino, empecé a trabajar con los Gigantes del Cibao y por mis inquietudes con los jugadores jóvenes volvimos a conectarnos.
Previo al draft de novatos de 2009, por estar interesado en Francisco Peguero, hablábamos bastante y recuerdo que me decía coge a Francisco y no te vas arrepentir. Y así fue, lo cogimos primero y no nos arrepentimos.
Nuestra relación se fortaleció más, debido a que antes de la campaña de 2010 se convirtió en el gerente general de los Gigantes del Cibao.
Por razones que desconozco, a Pablo le dijeron muchas cosas ‘feas’ sobre mí y le pidieron que me sacara de los Gigantes. Pablo, firme como siempre fue, se opuso y dijo que no creía nada de lo que decían de mí, porque me conocía. Solicitó que me dejarán y los que le pedían que me sacara terminaron reconociéndome y dándole la razón a Pablo, quien siempre me apoyó, tanto, que se convirtió en un padre para mí y siempre me decía que también me quería como si fuese uno de sus hijos, que son Félix y Patxi.
Previo a la temporada 2014, cuando la familia Rizek adquirió a los Gigantes del Cibao luego de los problemas legales entre Leonardo Matos Berrido y José Duarte Junquera, también se me quiso sacar del equipo por razones que tampoco conozco, pero Pablo volvió a oponerse de manera enérgica y logró que me quedara. Así era Don Pablo conmigo. Sé que Dios acogerá su alma y lo colocará en un lugar privilegiado.