Sin espacio para un examen doctrinario de lo que es una constitución, algunas respuestas a preguntas claves pueden ser concluyentes. Por ejemplo, como Presidente, ¿quién es Danilo Medina hoy? Los sociólogos más que los politólogos, sin la malicia mercenaria de algunos o algunas de estos últimos, deberían decírnoslo.
Para quien escribe es una innovación política desindividualizada, social, política y partidariamente responsable, que atrae en su gobernanza lo que en común posee nuestra diversidad social, interesada en lo mejor posible frente a lo peor posible en conflicto en nuestro país, en la isla, y en la región.
En nuestras circunstancias, el es el centro de convergencia del tácito Pacto Social que crece en el ámbito de la confianza que emana de la mayor parte de sus equipos de gobierno, rompiendo con el pasado aun presente en su administración.
El y su equipo de gobierno hacen la plataforma sobre la que el país podría continuar edificando el Estado de derecho, el Estado de seguridad y el Estado del desarrollo del Bienestar Social, que es lo que mayormente importa a nuestra población, más que la democracia política de la que siempre ha estado excluida… por ahora.
No queriendo reforzar la tendencia que hace de la Constitución el traje a la medida de nuestros dictadores; y si alardear queremos de nuestro desarrollo político, con honestidad revisemos el caso.
El procedimiento universalmente consensuado para impedir pacíficamente que un equipo de gobierno que no nos convenga se repita, solo puede ser votando contra él democráticamente, pues nada ni nadie tiene facultad para coartar o repartir arbitrariamente derechos que son inherentes a la condición de ciudadanos.
El acto de elegir o ser elegido es inseparable de esa condición permanentemente. La cuota igual de soberanía que nos aporta, nos acredita para optar siempre a todo cargo elegible y a votar por quienes los aspiren y nos inviten a votar por ellos, si son de nuestro agrado; situación que no puede ser atacada sin subvertir la convivencia, y hacer desde la constitución misma como sagrario que debe ser el templo de la soberanía de la nación, algo sin sentido, un sabotaje contra este que hace a esta ley de leyes contradictoria en su intencionalidad, en su espíritu y en su naturaleza, igual que infuncional, como normativa social.
El constituyente que propuso el bloqueo a la reelección de un ciudadano presidente, especialmente se interesó en preservarle privilegios a su patrón político, despojando de sus derechos a electores y electivos a priori, con un informal golpe de Estado al asumir facultades, tomando decisiones que solo competen a la soberanía del electorado, las que en este caso no se delegan, porque ella se ejerce con el voto que es personal y directo sin exclusividad ni discriminación.
Tal propuesta fue un exceso calculado y un error de los otros constituyentes que no previeron sus efectos al votar, siendo como fue parte de una maniobra junto a otras, como las del predominio en las Altas Cortes, dentro de una estrategia dirigida a escudar actuaciones ilegales tanto como desviaciones caudillescas.
Respetuoso del derecho de los presidentes a elegir o ser elegidos como también a decidir su historia política, decimos que esa inconstitucionalidad dentro de la Constitución, hoy o mañana tendrá que ser revisada.