Porque: “No se puede demostrar o definir
Todo, llegaríamos al infinito sin definición”
¿Es posible llegar a creer, que la
Amenaza no existe, porque
No la vemos?
Ante ciertos aires con ráfagas de calor un tanto raras, presiento como si la venida de un averno nos estuviera vigilando para llegar sorpresivamente en cualquier momento y, como en realidad las cosas no cambian, sino, que desaparecen por época y cuando nadie lo espera vuelven aparecer, a sabiendas de esto y de que entre las penumbras del poder siempre subyace un punto más oscuro que un agujero negro, siento miedo y dolor, sin aparente amenaza.
Y al decir de la experiencia, es una realidad como se dice, que existen dos tipos de dolor; el que te fortalece y aquel que solo es dolor inútil, el mismo que solo causa sufrimientos y aun sin haberse mostrado, te crea pesadumbres y angustias, quizás no por ti, sino por todos. No significa que sea o esté pesimista, pero quizás tenga algo que me permite ver detalles en apariencia insignificantes y que pasan desapercibidos para una gran mayoría, que me hacen conjeturar futuras situaciones positivas o negativas pero que, lamentablemente, las veo venir.
No creo para nada en la reencarnación del cuerpo pero, en cuanto a la energía o como quiera llamársele, la cual la nombran como Alma, considero la posibilidad de que una vez fuera del cuerpo, la misma pueda poseer y darle vida a otro cuerpo, sin que importe el tiempo humano transcurrido y aún éste transcurra, manifestarse con todas sus cualidades en ese nuevo ser.
Érase un tiempo no muy lejano, que viendo las incongruencias de esta democracia y las discusiones de si se podría instaurar en el poder una dictadura legalmente, a sabiendas de que sí se puede, que se ha hecho y que permanece, me dio por conjeturar la cuestión de que si podríamos tener a una “Reina-Farahona”, como la poderosa Hatshepsut, del antiguo Egipto, con relación a la similitud del como subió al Poder, por encima de haber soportado con paciencia ser la corregente de su hermanastro o cónyuge, hasta que se proclamó “Faraón de las Dos Tierras y primogénita de Amón”, asumiendo todos los atributos masculinos de su cargo.
O quizás, una Nefertiti, cuyo nombre traducido significa “Bondad de Atón, la bella ha llegado”, la cual reinó en colaboración como la segunda gran esposa de Akenatón, con una imagen de sublime y suprema belleza, siendo la primera vez que se presentó una pareja real junto a su familia y que al parecer, al morir su esposo, no se erigió en el líder. No, me parece que no tendríamos esa suerte, más bien, creo que podríamos tener una Emperatriz Cixí o Zischí, aquella que fue concubina y después Emperatriz viuda del emperador Xianfeng, mujer controvertida, ambiciosa, perversa, corrupta y engañosa, que sólo se centró en asegurarse el poder y beneficiarse personalmente del mismo; que utilizó las riquezas del Estado como si fuera una finca o empresa privada a su disposición.
Me parece, que a esto o algo muy parecido o peor, es lo más que podemos aspirar. ¿Qué si estoy conjeturando? Claro que sí, pero, no adoptemos el comportamiento al cual nos han inducido, de postrarnos ante la guerra del adoctrinamiento sumiso, de permanecer sordos, ciegos y mudos ante los hechos reales que se quieren hacer aparecer como “malas percepciones” –y no me refiero sólo al o los “Honorables”-, no señor, porque aquel que quiere ver, sentir y hasta palpar lo grave de la cosa que estoy exponiendo, nada más tiene que recorrer el país y hacer simples preguntas, que de seguro obtendrán grandes respuestas incuestionables, muy por encima de los testaferros y hasta de los propios “honorables” regionales.
Ese peligro se ha estado incubando y no sé si fue en un sueño pero, presiento que nuestra Cixí, en un tiempo no muy lejano, será quien nos conducirá por los oscuros laberintos, aquellos que sólo conducen al infierno o la morada de los muertos. Sí así usted lo desea, le puede poner otro nombre pero, coincidiremos por igual. ¡Sí señor!