Otro reto para la igualdad entre hombres y mujeres

Otro reto para la igualdad entre hombres y mujeres

Otro reto para la igualdad  entre hombres y mujeres

Altagracia Suriel

A propósito de los avances de la igualdad entre hombres y mujeres, uno de sus retos es la superación del acoso sexual laboral, un hecho que tradicionalmente ha sido invisibilizado, pero que expresa una de las caras de la violencia de género en una sociedad que todavía tolera ese lastre.

Aunque a nivel nacional son escasos los estudios estadísticos que evidencian el acoso laboral, en los países de alto desarrollo que están enfrentado esa realidad como son Taiwán, y las naciones de la Unión Europea, el acoso sexual laboral, en la década pasada se convirtió en una pandemia silente que afectaba a casi el 50% de personas empleadas que, en algún momento, informaron haber sido víctimas de esa lacerable práctica.

La OIT, en su declaración relativa a los Derechos y Principios Fundamentales en el Trabajo, define el acoso sexual como “un comportamiento en función del sexo, de carácter desagradable y ofensivo para la persona que lo sufre” y asocia al acto aspectos negativos, como son el condicionar a la víctima con un beneficio laboral, aumento de sueldo, promoción o permanencia en el empleo para que acceda al comportamientos de connotación sexual o generar un ambiente laboral hostil en el que la conducta da lugar a situaciones de intimidación o humillación de la víctima.

El acoso sexual laboral acarrea costos para la víctima, el empleador y la sociedad. La mujer víctima de acoso sexual sufre problemas psicológicos que restan a su bienestar y a la productividad y, en un mundo dominado por hombres, esta práctica limita y reduce el ascenso de las mujeres y su crecimiento laboral, desaprovechándose su potencial e incidencia positiva en puestos de liderazgo a nivel público y privado.

Enfrentar esta vergüenza, como señala la joven Graciela Abinader, empieza por erradicar la cultura del acoso sexual asimilando que nada justifica este hecho.

También hay que denunciarlo, y, sobre todo, prevenirlo con la aplicación de leyes drásticas que castiguen este tipo de violencia silenciosa que tanto resta al avance de las mujeres, recordando, como decía Ban Ki-moon que “la igualdad de las mujeres es progreso para todos”.



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