Los exabruptos del Presidente de la Cámara de Diputados, el profesor Radhamés Camacho, tienen sus ‘background’. No es la primera vez que se comporta con un estilo inapropiado para una autoridad de su envergadura, suele tener rasgos de prepotente y autoritario.
Ante los cuestionamientos que le realizaran periodistas de Santiago en torno a su declaración jurada de bienes, el profesor respondió, “hermano usted tiene que respetar, atiende este tema que es más importante que esa vaina”; dándole un matiz al tema en cuestión de un funcionario público como que nada importara.
En torno a la declaración jurada de bienes, depositada por el diputado Camacho, dejó más de medio país estupefacto. Al decir de sus propios documentos, argumentó poseer cuentas millonarias, bienes raíces valorados en millones de pesos, medio millón de pesos en ganado vacuno e ingresos por 115 millones de pesos por concepto de “alquiler de vivienda”; recibe al año RD$91, 000, 000.00 (si eso dijo: noventa y un millones de pesos).
Además Camacho posee una cuenta corriente con 2 millones 858 mil 517 pesos con 67 centavos, y una cuenta de ahorros con 155 mil, ambas en el Banco Popular Dominicano.
El más reciente altercado del profesor Camacho ocurrió en el Estadio Quisqueya donde el joven Máximo Eladio Peña le vociferó » que si él está bebiendo whisky por qué no le brinda pal de cervezas». Siendo el joven detenido por la seguridad privada del presidente de la cámara de diputados, sin orden de apresamiento, sin ser un fragante delito que amerite prisión inmediata, cometiendo así un abuso y arbitrariedad.
Algo parecido le pasó nada más y nada menos que al Presidente de los Estados Unidos, jefe de Estado y jefe de Gobierno, el señor Donald Trump.
En la reciente Serie Mundial entre los Astros de Houston y Nacionales de Washington, antes del comienzo de la cuarta entrada, las pantallas gigantes del estadio transmitieron su imagen durante unos diez segundos. Y fue cuando el estadio, con más de 43,910 seguidores de los Nacionales en las gradas, rompió en abucheos y el grito: «¡Enciérrenlo!», «¡Enciérrenlo!» (“Lock him up”, en inglés). Imagine usted amigo lector al presidente de los EEUU, nadie resultó detenido. Trump no se inmutó y siguió normal con su comitiva en las gradas.
En otro hecho vergonzoso, volviendo a Camacho, comparó a la Junta Central Electoral con las amas de casa y aseguró que “por más que usted le dé nunca le alcanza el dinero”, al referirse a los requerimientos que realizara el presidente de ese organismo rector de las elecciones sobre la necesidad de que el Estado financiará la celebración de las primarias de los cinco partidos que agotarán ese método para la elección de sus candidatos.
La política y sus actores tienen otros comportamientos y los del profesor Camacho dictan mucho de esa realidad, con una concepción patrimonial del Estado, orgulloso del poder y el manejo de éste. El cambio de estos actores y sus actitudes sigue pendiente y las elecciones de febrero del 2020 es el ideal.