Mi comentario sobre el incordiante gadejo de Vinicito, quien vía Twitter acosa al presidente Medina y varios ministros, como foró o capitoste de una aguerrida facción leonelista, me obliga a reiterar cuan distinto es el otro dirigente de la FNP.
Mi amigo Pelegrín Castillo es otra fragancia.
Fue uno de los diputados más decentes, honrados, capaces y competentes. Su carrera política ha sufrido por su devoción familiar a la Fuerza Nacional Progresista, elitista partido (¡vaya oxímoron!) cuya personería subsiste por sustantivas subordinaciones.
En una mano sus cinco dedos son distintos; sucede así con las familias y los partidos políticos.
Y si estos son una familia, pues peor intimidad. Critico a Vinicito su incesante intriga tuitera, evidente con padecer uno tras otro tuit, en aparente desesperada búsqueda de aprobación por parte de Leonel Fernández y algunos de sus asesores.
Aparte del ludibrio, ¿realmente cree alguien que esa aguerrida inquina logra popularidad, votos o simpatías? Pregúntenle a José Tomás. Con el ejemplo de civilidad de Pele, a Vinicito no le luce… ¡Ojalá recapacite!