El no lo quiso decir de manera clara, pero dejó la nebulosa. Me refiero al planteamiento del presidente de la Junta Central Electoral (JCE), Julio César Castaños Guzmán El no lo quiso decir de manera clara, pero dejó la nebulosa. Me refiero al planteamiento del presidente de la Junta Central Electoral (JCE), Julio César Castaños Guzmán, cuando la semana pasada convocó al liderazgo de los partidos políticos reconocidos para que decida sobre la pertinencia o no de la utilización del voto automatizado para las elecciones municipales del próximo año.
“Llegó la hora de que se expresen los que están a favor y los que están en contra”, dijo Castaños Guzmán. Su semblante era distinto al otrora de etapas previas del proceso electoral, momentos en que sonreía y aseguraba que “todo marcha muy bien”. Indudablemente que su experiencia de hombre público le sugiere que se avecinan nubarrones que podrían ensombrecer aun más el ya oscuro panorama electoral.
Los delegados políticos presentes en el auditorio del órgano electoral, quienes acudieron a la convocatoria de la sesión en la que quedó abierta la campaña para los comicios municipales de febrero, no tuvieron dudas de que detrás del llamado del funcionario se ocultaba la preocupación en el sentido de que no existe certeza de un adecuado arbitraje mediante el conteo manual con el uso de boletas físicas en las venideras elecciones.
Muchos concuerdan en que hay un oscuro panorama electoral con miras al año 2020, luego de los cuestionamientos suscitados contra el voto automatizado implementado durante las elecciones primarias en las que los partidos de la Liberación Dominicana (PLD) y Revolucionario Moderno (PRM) seleccionaron a una parte de sus candidatos.
A esta situación se une el rechazo a la decisión de la JCE de contratar la empresa Deloitte para que audite los equipos del voto automatizado, bajo el argumento de sectores de la oposición de supuestos vínculos con el Gobierno y los cuestionamientos que ha tenido en diversos países.
Aunque las autoridades electorales aseguran estar en capacidad de montar las elecciones municipales con voto manual o el automatizado, no queda duda de que prefieren la segunda opción, debido a que la primera representaría un reto de tal envergadura que desbordaría su capacidad logística, faltando menos de cien días para la celebración del crucial certamen electoral de febrero; el cual está en la mira de las principales agrupaciones políticas, en vista de que constituye una medición de fuerza que mostraría el camino de lo que pasaría en las congresuales y presidenciales a llevarse a cabo en mayo del año 2020.
Ante el poco alentador panorama electoral que tiene por delante el país, se va a necesitar de una alta dosis de prudencia y madurez de parte de los sectores que inciden en la vida nacional, especialmente de los actores políticos. Igual petición va dirigida al pleno de la JCE, de donde también han emanado señales que han generado disgustos en sectores políticos.
No se puede olvidar que la Constitución de la República manda a ese órgano a organizar, dirigir y supervisar las elecciones, garantizando la libertad, transparencia, equidad y la objetividad de las mismas.
La actual coyuntura manda a la compresión plena de que existe un alto compromiso para con la patria, por lo que el populismo no tiene espacio en el camino de la celebración de unas elecciones transparentes en febrero y mayo del próximo año.
Un total de 7,487,040 ciudadanos y ciudadanas están convocados para ejercer el sufragio en 32 provincias, 158 municipios y 235 distritos municipales diseminados en toda la geografía nacional.
Las circunstancias mandan a actuar con madurez, en el ámbito político, y prudencia en la administración electoral.