Es un facilismo equivocado atribuir a tal o cual grupo haitiano la exclusiva o mayor responsabilidad por el penoso estado actual de ese territorio.
Los propios haitianos llevan dos siglos culpando siempre a extranjeros por sus incapacidades, pese al lujo de haber tenido emperadores, reyes y una oligarquía riquísima.
Según la sabiduría bíblica, a quien Dios o el Universo más dio más le corresponde a su vez dar a los demás. Por eso me irritó ver que, ante un comunicado de industriales haitianos apoyando a su ilegítimo gobierno ante el cierre fronterizo dispuesto por el Gobierno dominicano, se arguya alguna superioridad moral, ética, intelectual o empresarial de esos haitianos en comparación con los dominicanos.
Es una comparación ridícula. En menos de seis décadas nuestros empresarios han sextuplicado el PIB dominicano comparado al de Haití, creado instituciones privadas para fortalecer la institucionalidad e imperio de la ley y apoyado la democracia.
En todas las escalas el resultado de los esfuerzos privados para mejorar la vida de los dominicanos es incomparable a la irresponsabilidad de las élites haitianas con su propio país.