Dicen que hemos cambiado. Que lo vivido a raíz de la pandemia ha hecho que cambiemos. No voy a negarlo, pero más bien creo que han cambiado las circunstancias y eso nos ha llevado a reaccionar en base a lo que somos y en ese camino sí hemos descubierto cosas de nosotros mismos que, quizá, no sabíamos o estaban esperando el momento oportuno. Y llegó. Pudiera escribir mucho de lo que he descubierto sobre mí.
Pero hoy quiero hablar de orgullo, del que siento por las personas que me rodean y cómo me han transmitido tantas cosas que me llenan de una profunda felicidad.
Mi equipo de trabajo, mis niñas, jóvenes, talentosas, llenas de fuerza que han sabido seguir hacia delante y decirme: juntas podemos aún en los peores momentos. Mi pareja, mi compañero, quien me pone los pies en la tierra y siempre, siempre mira hacia delante con compromiso, responsabilidad y optimismo.
Mi rumbo nunca se pierde cuando él está conmigo. Mi hijo, mi refugio, el lugar donde siempre quiero estar, quien me reta, me transmite al amor más sincero pero, ante todo, que ve la vida como una página por escribir y no me permite flaquear porque él, no lo hace.
Mi familia, lejos y al mismo tiempo cerca, saber que están bien, que se cuidan, ya es más que suficiente para yo sentir paz. Y también mis amigos, esos que aún sin vernos, están ahí, que dicen presente y que por un solo abrazo de ellos regalaría todos los likes del mundo.
Y mis clientes, sí, los que a pesar de mil razones externas siguen, confían, creen en mi trabajo y miran al futuro conmigo. Orgullo es la palabra que uso. Agradecimiento es la que siento. Si algo he descubierto es que soy afortunada por tenerlos.