Una señora narró en un mediación “mejor prefería orar y no pelear”, ya que hermanos y sobrinos estaban solicitando que exprese la indignación que sentían parte de ellos con un familiar presente en la conversación sobre el tema de una herencia.
Esta frase creó en mí un momento de reflexión, claro no con las partes presentes. Salí de la mediación muy pensativo, sobre lo que había dicho la señora.
Comprendí que las palabras oídas son más profundas que las practicadas. Ellas según la connotación que le da el receptor, pueden ayudar a un entendimiento, pero a la vez, romper una reunión, un encuentro o simplemente, cerrar las opciones de las personas en la mediación.
Pero, orar ante un conflicto será una oportunidad, o una aldaba para evitar que el otro u otra entre a la conversación. Las personas lectores de esta columna saben, ya lo he explicado antes, he dicho que el conflicto es una oportunidad que tienen las personas para ser creativos, emprendedores y a la vez, triunfadores.
Ya que el conflicto bien abordado puede ser un mecanismo para fortalecer relaciones sociales, mejorar productos, cambiar paradigmas de creencias o valores contrapuestos al contexto humano.
Pero regresando a orar para no pelear, es una frase no solo cristiana. Es también pacífica e indica que las respuestas de las partes en la mediación pueden ser palabras agradables, suaves, ligeras; por estas vías es impresionante descubrir todo lo humano que poseen las personas, que en ocasiones, las familias no comprenden al familiar al expresarse, utiliza palabras que buscan desde su pronunciación, salidas armónicas a la situación, o más bien complicarlas.
Pero los temas familiares más frecuentes, son los relacionados a las propiedades que dejaron sus padres o abuelos, que a sabiendas de ellos, establecieron sus posiciones por escrito, pero aun, así se escuchan las palabras de él o ella, muertos. Y dicen, nosotros somos los que sabremos qué hacer, estamos vivos.
Expresan lo que entiendo más sensatos, claro en mi silencio; que sus padres no deseaban verlos a ellos en conflictos, por propiedades que con muchos esfuerzos estos lograron en vida.
Cambiar ropa de vestir, comer con menor calidad, no ir de viajes de placer. En fin, como dirían, dejar de disfrutar sus esfuerzos y logros de su trabajo honrado.
Pero bueno, es mejor orar que pelear. Orando puede eliminar los tóxicos de tu corazón y pensamientos. Puedes buscar a un Jesús que no conoces dentro de ti y que ayudó a escuchar a tus familiares con defectos y virtudes. Esa es la familia.