Actualmente nos enfrentamos a una nueva variante del virus que casi ya por dos años ha sido causante de una pandemia global. Me refiero al Ómicron, cepa que aunque es más contagiosa es menos letal.
Esto para algunos es presagio de una pronta desaparición de la pandemia, o de la “inmunidad de rebaño”.
Pero la verdad es que esta es una conjetura que por lo menos hasta ahora no encuentra base en evidencias o en una validación empírica.
Esta creencia y su formulación parece sumamente peligrosa, dado que puede llevar a una porción de la población que sólo se ha vacunado una o dos veces, o en el peor de los casos, ninguna vez, a “bajar la guardia” o a mantener su posición.
La realidad que hoy vivimos, de incremento acelerado y masivo del contagio, encuentra explicación en los grandes “apretujamientos” que se produjeron en el recién pasado período navideño, cuando se produjeron grandes conciertos artísticos, concentraciones religiosas, aglomeraciones en el “play” y los ya consabidos “teteos”.
Todos debemos hacer conciencia de que además de las vacunaciones, es fundamental evitar las aglomeraciones que hacen más factibles la transmisión del virus. Entiéndase de una vez por toda, sin la articulación de vacunaciones, distanciamientos físicos, una masiva realización de pruebas y el frecuente lavado de las manos, no avanzaremos en la dramática problemática que vivimos.
A mi entender el gobierno dominicano debe evitar la conciliación de intereses imposibles, principalmente porque está en juego la salud de millones de dominicanos. Debe retomar y supervisar la cuestión del distanciamiento físico, porque en la medida crezca el contagio se afectan renglones fundamentales de nuestra economía. Un país en que crece el número de personas contagiadas es un país en que se afecta el turismo.
En estos días estamos viviendo “picos” de contagios récord, contagios de niños, estableciéndose, además, que es una alta cantidad de médicos, enfermeras y demás componentes del personal de salud que se encuentran contagiados. Ya se reinicia la saturación de los servicios de clínicas y hospitales.
Por eso, aun reconociendo los esfuerzos hechos por el gobierno, consideramos que hay medidas que éste debe declarar de interés público.
Por ejemplo el gobierno debería descongestionar los centros públicos para la realización de las pruebas y en lo que se refiere a los servicios privados de laboratorios debería procurarse una disminución en el costo de las pruebas. Este no es un momento para el enriquecimiento de grupos a costa de la salud popular. Es tiempo de supervisar medidas y de acciones heroicas.