Basados en el discurso inaugural del presidente Abinader hace un par de semanas y las múltiples declaraciones emitidas por la Presidencia, no habría dudas de que este será el cuatrienio de las reformas y el impulso al desarrollo.
Sin pérdida de tiempo se presentó al Congreso un primer proyecto de reforma importante: el de la constitución.
Ahora se nos anuncia que se presentará un segundo proyecto de reforma, el laboral. Sin conocerse el mismo, pero basados en lo hasta ahora revelado, este proyecto será similar al de la Constitución en cuanto se considera a ambas versiones “light” ya que no han tenido el amplio alcance que se esperaba. Veamos a seguidas lo referente al proyecto de reforma laboral.
Lo primero que llama la atención del proyecto por presentar es que no enfrenta hasta donde se conoce el flagelo más grande que en lo comercial y laboral nos desafía.
Nos referimos a la informalidad, que abarca ya según estudios acreditados, más del 56 % de la actividad económica nacional.
La informalidad tiene muchas aristas entre las cuales las rigideces del propio Código Laboral, el desinterés regulatorio por el trabajo por horas, nocturno y de fines de semana, combinados con las exigencias impositivas, incentivan cada vez su crecimiento.
Otro vertiente que parece haberse obviado es el peso que con el tiempo representa la cesantía. Esto, combinado con la ausencia de un seguro de desempleo, representa una retranca para el sector formal.
Todo lo anterior sumado a muchos otros aspectos son razones por las cuales de manera velada los empresarios y la sociedad en general no se ha expresado en respaldo al mismo.
Bien nos comentó un líder sindical en conversación reciente que tal vez sería más beneficioso darle un tiempo amplio a la discusión y consenso antes de enviar este proyecto.
Viendo la rebelión de los diputados, algo similar pudo haberse hecho con el de la reforma constitucional. Ojalá la reforma tributaria y la de la seguridad social merezcan la mesura y consenso frente a la prisa o la imposición.