El escándalo generado en el ministerio de Salud Pública, a propósito de una frustrada licitación para la compra de millones de jeringuillas para el programa de vacunación a precios exageradamente altos, demuestra que la plaga de la corrupción sigue viva.
En el referido ministerio querían comprar a 25 pesos jeringas cuyos precios oscilan entre 3 y 8 pesos.
Un robo que si bien no llega a los niveles que había en la construcción y reparación de hospitales en la gestión pasada, dice que hay gente con sed, mucha sed, de dinero.
Si alguien creyó que con el simple cambio de un partido por otro en la administración pública las viejas mañas iban a desaparecer como por arte de magia, estaba muy equivocado.
Afortunadamente, hasta ahora el presidente ha reaccionado suspendiendo “licitaciones de dudosa transparencia”, al menos en tres casos: las jeringuillas, la licitación para reconstruir y/o mejora de hasta 30,000 viviendas, y el reparto de al menos RD$100 millones a artistas en diciembre.
Los dos últimos casos fueron anulados por la Dirección General de Compras y Contrataciones. Bien.
Ojalá no hubiera ni siquiera intentos de corrupción. Pero hay, y siempre habrá quien quiera apropiarse de los bienes colectivos. Hay quienes creen que robarle al Estado no es robo, cuando nada tiene más dueño que un bien público.
Todavía retumba en nuestros oídos la airada reacción del anterior presidente cuando los periodistas le pidieron su opinión sobre denuncias de corrupción en su gobierno: “cuál corrupción, cuál corrupción, cíteme un caso…”.
Avasallante, “intimidante”, así fue la reacción de aquel a quien sus lisonjeros tenían como “el hombre mejor informado del país”, aunque hoy sabemos que su hobby era comer ensalada de pulpos y caracoles, además de las ricas “tilapias oisoideanas”.
Pero pasemos la página, dejemos el pasado atrás. Lo importante ahora es que la impunidad no estimule la corrupción.
Como pienso que ahora hay otro aire en Palacio me atrevo a sugerir directamente a su inquilino que preste especial atención allí donde más se bate el cobre para que nadie se atreva a meter la mano, y si la mete, que le pese. Ojo al Cristo que es de plata.
Especial atención merece en esta y todas las circunstancias los ministerios de Salud Pública, Educación y Obras Públicas, porque manejan recursos millonarios y allí puede haber una fuga en cualquier momento y por el lugar menos esperado. Una atención aparte también merecen el INAPA, la CAASD, la Policía, el Invi, y los ministerios de Defensa y Agricultura.
En el caso de Educación, creo que pese a su tamaño Roberto Fulcar no se metería en camisa de 11 varas, porque no creo que vaya a empañar su larga trayectoria, pero en esa cartera ahí hay muchos intereses y gente de todo tipo.
En cuanto a lo de Salud Pública, eso no se puede quedar así. Hay que imponer sanciones. Así se envía una señal inequívoca para quienes allí pretendan cogerse lo que no es suyo. Estuvo bien la decisión de quitarle a ese ministerio y pasar a PROMESE/CAL la facultad de comprar los insumos para el Programa Vacunación y otras necesidades.
En verdad el ministro y todos los implicados en el escándalo jerenguillero debieron renunciar o ser cancelados. Así de simple. Para que nadie más invente.
Para que todos sepan que el presidente y el pueblo tienen los ojos puestos en el mártir del Gólgota.