Entre los días 9 y 11 de julio de este 2024, se han reunido los líderes de los países miembros de la Organización del Tratado Atlantico Norte (OTAN), que en estos momentos son 32, los 12 fundadores, más otros 20 países, en Washington D.C., precisamente en la ciudad donde se fundó hace 75 años, para reiterar su apoyo a Ucrania en su guerra contra Rusia.
El objetivo de esta cumbre de la OTAN es la promoción de guerras, para que, a costa de la muerte de una generación de jóvenes entre 18 y 25 años, lograr beneficios para la plutocracia global, y sobre todo para un puñado de hombres, propietarios del complejo militar estadounidense, y además para justificar la existencia de la misma OTAN.
Dejando fuera los acuerdos de Minsk, que se firmaron en 2014 y 2015 para poner fin a la guerra en el Donbás, en el este de Ucrania, es justo destacar que al día siguiente de la “Operación Militar Especial” de Rusia en Ucrania en febrero de 2022, hubo una primera propuesta de paz para buscar salida al conflicto, luego otra propuesta de paz en el “Foro de Diplomacia de Altalya en Turquía” en marzo de 2022, luego hubo una propuesta de China, otra de Brasil y ninguna fue tomada en cuenta por Occidente y la OTAN, todo lo contrario. Luego convocaron a una “cumbre para la paz” en Suiza, sin la presencia de Rusia, una de las partes en el conflicto.
Está claro, no hay que ser un erudito para entender que Occidente y la OTAN no quieren paz, quieren guerra. “Alea jacta est”, la suerte está echada, definitivamente ese liderazgo de Occidente, o sea, EE. UU. y Europa, países ubicados a uno y otro lado del Atlántico norte, están decididos a la guerra. Se están dando pasos concretos, lo acaban de reiterar en la reciente cumbre.
Señalan que la entrada de Ucrania a la OTAN como miembro es irreversible y se hará realidad en los próximos meses, una clara provocación a Rusia, y, sobre todo, una justificación para poder unirse todos, si se acogen al artículo 5 de la Carta de la OTAN, contra Rusia.
La realidad es tan evidente como axiomática, un Occidente decadente, no acepta que se acabó su era de hegemonía y se encamina a caer en la “trampa de Tucidides” y por tanto a la guerra, sin importar que eso signifique destruir el planeta, sólo por no tomar el único camino posible, que es un “Pacto Global” donde se defina el “Nuevo Orden Mundial”, que tendrá que ser “multipolar”, donde funcionen las instituciones multilaterales.
Mientras tanto, la única esperanza que tiene esa juventud europea que “pondrá su vida en el frente de batalla para mantener a salvo a la OTAN”, como dijo en su discurso el secretario general de esa fatídica institución, Jens Stoltenberg, es levantar su voz, para buscar la paz por medio a la diplomacia.
Adelante, juventud europea, despierta de este letargo, la amenaza real no es Rusia, ni Putin, la amenaza real es ese liderazgo mediocre y perverso que te está mal representando y tomando decisiones sin consultarte.