Una gran contradicción con el concepto esencial de democracia, que los países de Occidente, que sólo representan el 10% de la población mundial, cada vez menos Producto Interno Bruto, menos recursos, menos influencia, menos disposición real para imponer sus intereses, insistan en que el planeta se rija de acuerdo a sus interese en detrimento de las grandes mayorías.
No quieren aceptar lo insoslayable, que ya se acabó la era de la hegemonía y que ellos pueden y deben seguir siendo parte del mundo multipolar, donde funcionen las instituciones de diplomacia multilateral, pero jamás, los que impongan las reglas del juego.
No quieren aceptar que su papel, por la experiencia que tienen, por los avances que han logrado, pueden influir para promover un pacto global del que surja ese mundo multipolar, de instituciones multilaterales que funcionen, para que todos unidos podamos construir la comunidad de destino compartido para la humanidad de la que habla el liderazgo chino.
En estos momentos las llamadas democracias han querido confundir al mundo haciéndo creer, con una narrativa diseñada para eso, con el control de los medios de comunicación tradocionales (que afortunadamente para el mundo, cada vez con menos influencia y menos credibilidad) que estas guerras que están promoviendo, con intención de vender armas y de desestabilizar el planeta, llevar a la muerte a una generación de jovenes entre 18 y 25 años, como lo hicieron en las dos grandes guerras europeas (mal llamadas guerras mundiales) responden al falso debate, entre “libertad” y “auroritarismo”.
EEUU con un sistema electoral que lo menos que tiene es ser democrático, se está jugando unas elecciones presidenciales que serán el martes 5 de noviembre de este 2024, con dos candidatos octogenarios, uno, Joe Biden, claramente no tiene condiciones ni para seguir en la presidencia en estos momentos y mucho menos por cuatro años más y el otro, Donald Trump, que ha sido condenado varias veces, aunque de los dos es el mal menor, sin embargo no representan la democracia y mucho menos la ética moral que necesita el planeta.
Al otro lado del Atlantico, está Europa, que para colmo no tiene una política exterior propia, con un liderazgo mediocre, decadente, el peor quizás que ha tenido en mucho tiempo y con menos participación del pueblo, por tanto, no representan democracia.
La estructura de la mal llamada Unión Europea, con una Comisión Europea, que no es electa por el pueblo y es la que toma las decisiones, con un Consejo Europeo que tampoco es electo por el pueblo, que es el que propone y con un Parlamento Europeo, el único que es es electo por el pueblo, que lo único que hace es votar lo que proponen la Comisión y el Consejo.
En estos momentos que EU cumple 248 años de independencia, debería reflexionar el pueblo estadounidense para darse un gobierno que piense en que tienen una gran responsabilidad, primero con los estadounidenses, que están en su peor condición y segundo en el planeta.