Todos en algún momento deseamos algo al máximo o nos apegamos a alguien. También nos enamoramos y deseamos estar siempre con esa persona, pero lo controlamos. Hasta aquí, es sano. Cuando no podemos controlarnos, ya es patológico.
Una obsesión es un hecho o estado de tener una idea, deseo o emoción persistente, un pensamiento, imagen o impulso indeseado, angustioso y agotador que llega a la mente involuntariamente y no se controla.
Una persona obsesionada tiene pensamientos repetitivos acerca de algo o alguien que lo domina, pensamientos recurrentes que indican que probablemente esta persona tiene un trastorno psicológico.
Las personas obsesionadas probablemente tienen una baja autoestima, son posesivas, compulsivas y dependientes emocionales.
Cuando hablamos de obsesión amorosa, la persona que la sufre la domina el miedo a perder a su pareja, no poder estar junto a ella le genera la necesidad de controlarla y poseerla. Al ser dependiente emocionalmente de esta persona, siente incontrolables deseos de control relativos a querer saber qué hacen en todo momento, dónde están y con quién; son desconfiados, celosos y sienten mucha impotencia.
Generalmente el hombre actúa mucho más agresivo que la mujer, ya que esta maneja las emociones y sentimientos diferente y tiende a culpar a otros en lugar de a su amado.
El hombre en cambio, desarrolla una insaciable necesidad de dominio sobre la mujer, desarrolla celos patológicos y resentimientos hacia el objeto de su obsesión llegando hasta la violencia extrema hacia ella y hacia el mismo.
Si entiende que el amor ya no es sano, buscar ayuda profesional es lo ideal.