En una economía, la medición del valor de todos los bienes y servicios nuevos producidos durante un determinado periodo de tiempo, es lo que se identifica como producto interno bruto, PIB.
Pero es valioso insistir que en el PIB de un país para un periodo específico no se considera la producción del año anterior ya que fueron incluidos en el PIB del año que se produjeron, al tiempo que han de producirse dentro del perímetro geográfico de ese país.
Para una mejor comprensión de la dinámica del PIB y sus componentes, ordinariamente se utilizan tres formas para hacer tal medición y concebir su comprensión. Así, las tres formas tienen en común una derivación similar en su respuesta, sin embargo, las mismas se refieren a actividades conceptualmente diferentes en la economía y proporcionan formas distintas para descifrar la característica del PIB.
Una primera forma de medición del PIB considera la cantidad total que las personas gastan en bienes y servicios originados en el país que se está valorando el PIB, y es a esto que se le denomina el enfoque del gasto.
Por igual, una segunda forma de su cálculo es ponderando el ingreso total que reciben todos los trabajadores y empresas que producen bienes y servicios en un país, a lo que se le designa el enfoque de ingreso, esto es, el ingreso que origina cada individuo y una tercera forma calcula la sumatoria de todos los bienes y servicios producidos o que se sitúan fuera de la esfera de la producción, al cual se le identifica como el enfoque de la producción.
Al observar cada uno de los enfoques utilizados para el cálculo del PIB, entonces, se puede reflexionar a la economía como una totalidad o integra, por lo que, con frecuencia se hace referencia a los mismos como un gasto agregado.
Esto es lo que conduce a que se hable del ingreso y la producción agregada, significando esto que se trata del total. Establecido este razonamiento de carácter técnico y conceptual, es de gran interés evaluar cómo varía la producción de bienes y servicios en la economía en un periodo especifico, que es lo que se conoce como crecimiento económico o del PIB.
En tal virtud, la inquietud está orientada en saber que tan rápida o lenta crece la economía, así como que tanto se tiende a recuperar esta de una crisis y que tanto ese crecimiento se compara con las economías de características análogas, precisando que, al comparar dos o más economías, de ninguna manera significa que el que tiene el mayor nivel de PIB no necesariamente representa que está mejor que el que tiene un PIB inferior.
Una ligera reflexión analítica permite instituir que cuando la economía crece, los niveles de vida tienden a progresar, no obstante, los mismos resultan ser gradual, razón por el cual suelen percibirse con mucha subjetividad por la ciudadanía ya que no se trata de una relación directamente proporcional.
Sin embargo, si la economía de un país es lenta en su ritmo de crecimiento, entonces, los consumidores reaccionan furiosos al no conseguir los bienes y servicios al momento de requerirlo, pero tampoco hay que dar por sentadas las grandes ventajas del crecimiento económico si el mismo no logra tener un impacto favorable en los niveles de vida y el empleo.
Desde una perspectiva macroeconómica, impulsar una aceleración del crecimiento económico sugiere que los gobiernos utilicen de manera prudente y racional el conjunto de instrumentos que establece la teoría económica para estimular la actividad económica cuya aplicación ha de lograrse con la ejecución una política económica desvinculada de la improvisación y el interés de dividendos electorales.
Así las cosas, la política económica dispone de dos instrumentos poderosos para estimular la economía de un país, tales como son el uso de las políticas fiscal y monetaria, las cuales no deben ser concebida con fines coyunturales en sus objetivos finales, pues de tenerse esa idea se golpea a la economía y esta se resiste a crecer de manera proporcional, al tiempo que no se debe dinamizarla con esteroides de corte casero para truquear o manipular la realidad.