Nunca, jamás, desesperéis

El cariño, la admiración y fascinación que ha causado o provoca en el presente, la actuación de un elemento que ha tenido un papel protagónico, durante un periodo determinado en cualquier actividad, no puede llevarnos a pensar que debe convertirse en infalible, de que no puede fallar, porque la vida es un columpio, y nadie es tan perfecto como para mantenerse incólume todo el tiempo, sin cometer errores o caer en baja, en determinadas circunstancias.

Por mucho que se le estime y se le quiera a alguien, los demás no pueden creer que es infalible, y que en algún momento en un periodo determinado, pueda caer en una baja productiva.

Las altas y bajas, son realidades que se nos presentan a todos en el desempeño de una labor cualquiera, y con las que hay que trabajar en forma permanente, dado que si te derrumbas por completo, jamás saldrás a flote.

Asimismo, si te descuidas cuando estás en alta, porque crees que llegaste a la cima indefinidamente, y que jamás se va a producir un retroceso, aún sin realizar los debidos esfuerzos, es estar muy equivocado, de medio a medio.

Traigo esto a colación, aunque quizá en un modo muy teórico, con la situación que le ocurre al dominicano Juan Soto, quien tras el cambio a los Mets, con la obtención del mayor pacto en la historia de las Grandes Ligas, ha venido “ tambaleándose” para mantener estables las estadísticas a las que nos acostumbró en sus pasadas campañas.

He sostenido que, si no los tiene, debe buscar de inmediato el servicio de asesores con muy alta profesionalidad, en especial en la salud mental, dado que muy pocos tienen la capacidad de asimilar una extravagante promoción mediática y una fortuna de esa dimensión, que muy pocos pueden exhibir. No se desesperen, que sus “baches” ofensivos deben ser por poco tiempo.