El primer encuentro, de 12 que las autoridades haitianas y dominicanas han decidido tener durante el año 2014, sin lugar a dudas contribuyó a dar un nuevo impulso a las relaciones entre los dos países, en una coyuntura de profundas preocupaciones por las marcadas diferencias entre los dirigentes isleños y la inquietante revitalización del antihaitianismo en República Dominicana.
La declaración conjunta de los comisionados de la reunión del pasado 7 de enero en Ouanaminthe señala que ambas delegaciones acordaron calificar de “histórico” el dialogo franco y la búsqueda de soluciones a las cuestiones discutidas.
Pese a no ser inscrito formalmente en la agenda, la sentencia 168/13 del Tribunal Constitucional dominicano de desnacionalización de miles de dominicanos de ascendencia haitiana consumió más de tres horas de la jornada de trabajo.
Al respecto, la posición oficial haitiana quedó invariable. Como miembro de la comunidad internacional que criticó el fallo a través de organismos del sistema de las Naciones Unidas, de la Organización de los Estados Americanos y de la Caricom, los delegados haitianos reiteraron el carácter violatorio de los derechos humanos de ese veredicto.
En tal virtud, el gobierno haitiano esclareció que si bien intercambió con su par dominicano sobre este tema, no hay forma de “negociar” nada al respecto, tomando en cuenta que del expediente fue apoderada la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, por lo cual sigue su curso en espera de la rectificación debida por parte del Estado dominicano.
No obstante, las conversaciones que fueron en momentos tumultuosas, permitieron a la parte dominicana dar una repuesta a esa inquietud mayor con el compromiso de la pronta votación de una ley “adicional”. Se refiere al anunciado proyecto de ley especial de naturalización.
Los observadores internacionales, ahora parte activa del dialogo, al igual que el gobierno haitiano vieron incompatible el concepto de “naturalización” con el caso de los dominicanos de ascendencia haitiana, al no tener estos últimos legalmente otra nacionalidad. Por tal razón el uso de esa palabra fue rechazado en la redacción del texto final de la declaración de intención.
En cambio, el gobierno dominicano anunció la expedición de visas a los trabajadores temporeros, lo cual supeditó a la emisión de documentos por parte de las autoridades haitianas. Se trata de un compromiso que obliga a las autoridades vecinas a tomar medidas convincentes, tal como establecer en territorio dominicano una unidad de expedición de pasaportes en vez del tedioso y oneroso trámite en Washington.
Entre otros temas, las partes acordaron el ingreso recíproco “sin demora” de productos comerciales, lo cual se entiende que pone fin a la prohibición haitiana a importaciones dominicanas vigente inexplicablemente desde 2008, así como el proteccionismo excesivo dominicano contra las exportaciones haitianas.
Hay reservas sobre la metodología de reuniones mensuales con altos dirigentes de ambos países y observadores internacionales. También, críticas por la exclusión de la sociedad civil insular, la diáspora haitiana y otros actores de los intercambios entre los dos países, lo cual al parecer fue una posición dominicana.
De todos modos, arrancó con buen pie esta nueva iniciativa de dialogo binacional.
