Casi todo el sistema formal de enseñanza en el país, desde los niveles de enseñanza inicial hasta los programas doctorales, tanto en el sector público, como en el privado, comienza un nuevo año escolar en la última quincena de agosto o primera semana de septiembre.
Todas las familias que tienen al menos un miembro en el proceso de educación formal tienen en el mes de agosto que usar parte de sus ingresos para cubrir gastos extraordinarios en ropa, libros, cuadernos y útiles que demanda la escolarización. Los que participan en el sector privado además tienen que cubrir los costos iniciales de inscripción y comienzan un ciclo de pagos de escolarización por los siguientes 9 meses.
Se añade al factor económico el estrés de toda la logística diaria que implica llevar y recoger a los estudiantes de sus centros de estudios, que tengan su ropa limpia y planchada, y en muchos casos alimentos para consumir durante el tiempo que pasen en el centro escolar. Sin olvidar materiales para tareas determinadas.
Como en la sociedad dominicana sigue siendo un ideal compartido mayoritariamente que los niños y jóvenes se eduquen y en la medida de lo posible alcancen la universidad y se hagan profesionales como modo de vida, tenemos que cada año escolar se convierte en un factor de gran relevancia económica, logística de transportación y atención a la ropa y necesidades de los estudiantes, de la inmensa mayoría de las familias dominicanas.
Frente a ese positivo fenómeno de la sociedad dominicana que sigue confiando en la educación como mecanismo de ascenso social se enfrenta el grave hecho de que la calidad recibida en los salones escolares mayoritariamente es mediocre en forma y contenido. Mas serio ese hecho si consideramos que llevamos años invirtiendo el 4% en educación. Los factores para explicar porque no ascendemos en las mediciones internacionales del nivel educativo son muchos, pero en todos los casos estudiados a nivel mundial está demostrado que el incremento de la calidad educativa de una nación -con todo e inversión significativa- toma cerca de dos décadas.
Es obligatorio que todo el volumen de fondos dedicados a la educación pública se transparente socialmente y pueda ser evaluado por todos los actores significativos. Que la educación privada sea abierta al escrutinio público también es necesario, ya que la educación es un bien social, aunque sea brindada por instituciones sin fines de lucro o compañías comerciales. Que los contenidos y los medios no sean objeto de manipulación por políticos oportunistas, fundamentalistas religiosos o sindicalistas semianalfabetos de la ADP es una tarea pendiente en nuestra sociedad.
El objetivo ha de estar siempre claro: lograr que los niños, niñas, jóvenes y adultos aprendan, dominen áreas del conocimiento, desarrollen el pensamiento crítico y orienten sus impulsos volitivos en el ejercicio de una libertad responsable. Todo intento de manipular a los discentes siguiendo agendas ocultas en el orden político partidario, el religioso y las ideologías que fomentan la alienación de los individuos respecto a la comprensión de la realidad social, debe ser enfrentada y erradicada de las aulas.
La educación de las siguientes generaciones es demasiado importante para dejarlo en manos de grupos con intereses sectarios, del Estado y sus prácticas corruptas, de los sindicatos de maestros, ni siquiera en manos de los maestros con grandes deficiencias en su formación. Es un asunto de todos, de cada familia, de cada comunidad, de los que construimos pensamiento para el cambio, y de quienes se preocupan por lograr una mejor sociedad. Una mala educación conduce a un peor futuro.