Cerrar los ojos y negarnos a mirar las oportunidades que se nos presentan parece ser mucho más fácil para la mayoría de las personas, tal vez porque muchas veces permitimos que la rutina o costumbre tome las riendas y nos haga sentir una estabilidad que nos da cierta sensación de seguridad…. la bien llamada “zona de confort”.
A veces, aunque cueste creerlo, las oportunidades pasan delante de nosotros y no las vemos. O quizá sí las vemos, pero no sabemos aprovecharlas. Muchas veces optamos por negarnos a los cambios, a empezar de nuevo o simplemente conformarnos. Nos limitamos y permitimos que otros nos limiten.
Dejamos que otros decidan por nosotros o aceptamos imposiciones por miedo a equivocarnos, por temor a perder un amigo, un familiar o un trabajo fijo.
Y es aquí donde te detienes y piensas ¿vale la pena dejar de avanzar por otros?, ¿es sano permitir que el miedo nos paralice o limite?, ¿tenemos que tolerar siempre?
Hay una canción de Los Enanitos Verdes que me encanta y les quiero compartir un fragmento que aplica para todos los que piensan que es tarde para hacer cambios, tomar decisiones o romper cadenas: “Ya se fue el tren, y esta calle nunca más será igual, aprendiste a tener miedo, pero hay que correr el riesgo de levantarse y seguir cayendo, pero hay que correr el riesgo, de levantarse y seguir cayendo”.
Sí, duele caer y más si hay que levantar los platos rotos. Da miedo correr riesgos, la duda puede matar. Sin embargo, cuando tomamos decisiones en base a lo que nos puede dar cierta estabilidad, ya sea financiera, emocional o espiritual, vale la pena el riesgo, el tiempo y la lucha.
No existe una receta mágica. Pero si podemos hacer ejercicios de suma y resta. Una especie de lista de pros y contras. Con esto medimos nuestra satisfacción y nos puede dar un poco de luz al momento de decidir quedarnos o buscar nuevos horizontes.
Que ese “hay que correr el riesgo, de levantarse y seguir cayendo” esté siempre presente hasta descubrir o lograr lo deseado, eso que nos saque una sonrisa al despertar todos los días, recordando que siempre hay nuevas oportunidades a la vuelta de la esquina.