Caleb Coulter (izq), de 10 años, juega con su hermana Kendra, de 12, en un parque de Salt Lake City el 6 de abril del 2018. Una nueva tendencia alienta a los padres a dar más libertades a los menores para alentar su independencia, en lugar de programarles demasiadas actividades, sin dejar que se manejen por su cuenta. (AP Photo/Rick Bowmer)
SALT LAKE CITY.- Déle a sus hijos libertad. Permítales explorar por su cuenta o ir a la escuela en bicicleta. Y tendrá hijos más saludables, felices y fuertes.
Por lo menos ese es un concepto que está ganando popularidad en Estados Unidos y cuyos partidarios dicen es un antídoto para el estrés de los padres y el exceso de obligaciones de los niños a los que se les programan numerosas actividades.
Este enfoque surgió hace casi una década, cuando Lenore Skenazy causó revuelo con una columna en la que decía que dejaba que su hijo de nueve años tomase el tren subterráneo solo.
Desde entonces, ha sido una firme propulsora de la idea de una crianza sin ataduras. Hay quienes dicen que este enfoque expone a los niños a numerosos peligros, desde delincuentes hasta accidentes viales.
Ha habido varios casos en los que se investigó a los padres por incidentes ocurridos con sus hijos, incluida una pareja de Maryland que permitió que sus hijos de 10 y seis años caminasen solos hacia su casa desde un parque en el 2015.
Algunos afirman que se ha ido demasiado lejos con la política de proteger a los menores de todo peligro y que es hora de que se permita a los padres que crían a sus hijos en un ambiente saludable les den más libertad.
Una nueva ley de Utah que está siendo observada por muchos dice que un padre que está criando bien a sus hijos no incurre en actos de negligencia si permite que vayan solos a la escuela, exploren una plaza o se queden solos en un auto si saben cómo manejarse en esa situación.
Esta especie de crianza sin ataduras, con mucha libertad, no es lo mismo que dejar al hijo solo, librado a su suerte. Es más bien una forma de alentar a los niños para que sean independientes, según la psicóloga de Boston Bobbi Wegner.
En Estados Unidos cobró fuerza la tesis de que no se debe dejar a un niño solo en la calle a partir de casos como el del Etan Patz, quien desapareció en 1979 cuando se dirigía a una parada de autobús en Nueva York.
Paralelamente, en un mundo cada vez más competitivo, los padres se afanan por preparar a sus hijos lo mejor posible para el futuro haciéndolos tomar todo tipo de clases, desde codificación hasta violoncelo.
«Inscribimos a nuestros hijos en todas estas actividades para que tengan una hoja de vida lo más perfecta posible desde temprana edad, pero eso es perjudicial para la salud mental», sostuvo Wegner. El asambleísta demócrata de Nueva York Phil Steck dice que piensa presentar un proyecto de ley parecido al de Utah.
«Cuando yo era niño, soltabas a tus perros y a tus hijos después del desayuno y lo único que les pedías era que estuviesen de vuelta para la cena», expresó. «Siento que jugar en la calle me dio mucho más que lo que sacan los chicos que participan en actividades deportivas organizadas». Esta nueva tendencia trasciende las divisiones ideológicas.
Brandon Logan, un conservador, está impulsando otra medida similar en Texas. «Queremos que los adultos sean independientes y con ese fin queremos criar niños independientes.
Pero no lo vas a conseguir si sus hijos tienen todo programado», manifestó. Una organización conservadora impulsa otra iniciativa de este tipo en Idaho y hay dando vueltas un proyecto similar en Arkansas, donde ya se rechazó una vez esta política.
Todos están siguiendo de cerca lo que sucede en Utah, un estado mayoritariamente mormón, con familias grandes y amplios espacios, donde se aprobó una ley que da a los padres libertad para promover la independencia de sus hijos, sin temor a que se los acuse de negligencia.
La ley no estipula qué edad deben tener los menores para manejarse por su cuenta, lo que da a las autoridades margen para evaluar cada caso individualmente si surge algún problema.
Stephen Hinshaw, profesor de psicología de la Universidad de California en Berkeley, dice que usar el sentido común, que no todos los niños pueden conducir su bicicleta en una calle transitada y que hay muchachos a los que les puede venir bien tomar clases de música.
«Los padres tienen que ser inteligentes, saber qué puede ayudar a promover la independencia y qué puede poner al chico en una situación de riesgo», sostuvo Hinshaw.
Krista Whipple, quien se radicó en Utah hace poco, dice que siempre le gustó la idea de darles libertad a sus hijos, pero que no era fácil hacerlo en Los Ángeles, donde la mayoría de los menores estaban sobreprotegidos.
«No quería tener a mis hijos encerrados, pero siempre dudaba en dejarlos ir», dijo Whipple, quien maneja un programa en un refugio de niños indigentes y es madre de dos varones de seis y cuatro años y de una niña de tres.
«Los chicos no están permanentemente en situaciones de peligro. Está bien dejarlos salir, que se pierdan», manifestó. «Ya encontrarán el camino a casa».