Guatemala. — La última caravana de migrantes hondureños que esperan llegar Estados Unidos cruzó de forma pacífica la frontera con Guatemala el martes en la noche bajo la atenta mirada de unos 200 policías y soldados guatemaltecos.
Alrededor de 500 personas, entre las que había docenas de niños, formaron filas para mostrar su documentación a una primera línea de personal de seguridad desarmado en la el cruce de Agua Caliente.
La policía antimotines formó un segundo cordón de para contener cualquier posible altercado.
Edilberto Hernández, un exagente de policía, esperaba con su esposa y sus cuatro hijos para ingresar a Guatemala. Luego de perder su empleo, solo pudo encontrar trabajos mal pagados en la construcción, y decidió viajar con toda su familia “por necesidad, debido a la pobreza».
El futuro que les aguarda en la frontera entre México y Estados Unidos es incierto. Las caravanas previas que se convirtieron en tema de campaña del presidente Donald Trump en las elecciones legislativas de noviembre, se han reducido a unos cuantos cientos de integrantes después de que muchos de ellos decidieron regresar a Centroamérica o echar raíces en México.
Sin embargo, pese a la estricta postura migratoria del gobierno del presidente Trump, muchos otros — casi la mitad, de acuerdo a los registros de arrestos de la Patrulla Fronteriza — han intentado ingresar ilegalmente a Estados Unidos.
Alrededor de 6.000 centroamericanos llegaron a Tijuana en noviembre en medio de conflictos en ambos lados de la frontera sobre su presencia en esta ciudad mexicana colindante con San Diego.
Al lunes, menos de 700 migrantes permanecían en una sala de conciertos al aire libre en Tijuana que el gobierno mexicano habilitó como albergue para los migrantes.
¿A dónde se fueron? La Patrulla Fronteriza ha realizado alrededor de 2.600 arrestos relacionados a la caravana en el sector de San Diego, dijo el portavoz Theron Francisco, quien señaló que casi la mitad han cruzado ilegalmente hacia Estados Unidos.
Por lo general las familias son liberadas y se les entrega una notificación para comparecer ante una corte migratoria. Las autoridades mexicanas señalan que alrededor de 1.300 miembros de la caravana han vuelto a Centroamérica.
México ha otorgado visas humanitarias a cerca de 2.900, muchos de los cuales ahora trabajan legalmente en el país. Francis López, de 26 años de edad, es uno de los migrantes que se han quedado en México.
El exempleado de una fábrica de ropa dijo que él y su esposa tomaron la decisión de abandonar su casa en San Pedro Sula, Honduras, para integrarse a la primera caravana en octubre.
Esperaban unirse con un familiar en Florida, pero ahora podría cambiar de opinión sobre solicitar asilo después de que un abogado estadounidense le dijo que su caso tenía poco sustento y podría permanecer detenido hasta que un juez ordenara su deportación.
“Es una pérdida de tiempo, tiempo que no recupera», dijo López.