- Publicidad -

- Publicidad -

Nuestras renuncias

Lady Reyes
Lady Reyes, directora de Encuentros Interactivos.

Hace unos días me dijeron que se quitaban el sombrero ante mí, haciendo alusión a lo que he logrado como mujer, madre y profesional.

Estas palabras de alabanza suelen llenarme de gratitud, pero siempre me invitan a reflexionar.

- Publicidad -

En ocasiones, siento que ellas, aunque bienintencionadas, no logran captar el trasfondo de lo que significa criar sola a tres hijos. Ha sido un camino de luchas, de aprendizaje constante y, sobre todo, de renuncias.

Hace casi 18 años, cuando mi esposo murió, mi vida se dividió en un antes y un después… y la responsabilidad de mantener a mi familia recayó en mis hombros, con tres hijos que alimentar, educar y formar, como profesionales y hombres con valores y corazones fuertes.

Cada día se transformó en una batalla, y cada noche me encontraba evaluando si había hecho lo suficiente, si había tomado las decisiones correctas.

El trabajo duro para llevar el pan a la mesa no es un concepto abstracto para mí; lo viví en carne propia. Significó muchas horas de trabajo, sacrificando momentos con mis hijos.

Fueron innumerables las veces en que no pude asistir a una reunión escolar, a una de sus actividades o simplemente estar allí cuando necesitaban un abrazo después de un día difícil. Estas son las renuncias que nunca se mencionan en los elogios, pero que pesan en el corazón.

Luchar por darles buena educación fue uno de mis mayores retos y prioridades. Opté por los mejores colegios que mi esfuerzo podía pagar, convencida de que la educación sería su mayor herencia.

Luego, vinieron los retos de la universidad, un periodo que me desafió aún más en lo financiero y emocional. Cada decisión ha sido difícil, desde elegir cómo distribuir gastos hasta aceptar trabajos adicionales para cubrirlos.

En este camino también aprendí a aceptar que no se puede hacer todo y que está bien pedir ayuda. Las alianzas que formé fueron fundamentales, aunque también hubo rupturas que dejaron cicatrices profundas. Enfrenté la realidad de que no todos están dispuestos o pueden quedarse cuando el viaje se torna complicado o cuando ni siquiera se ve el trayecto.

Sin embargo, también descubrí que la vida siempre pone en el camino a las personas indicadas en los momentos necesarios.

Lo que callamos para alcanzar nuestras metas también es parte de esta historia. Las lágrimas silenciosas, los momentos de duda y los miedos que nunca compartimos. Aprendí a ser fuerte, pero también entendí que esa fortaleza no implica la ausencia de vulnerabilidad.

Lo que ganamos
Las renuncias pueden parecer un sacrificio a ojos de otros, pero para los que recorremos este camino, esas renuncias son piedras angulares sobre las que se construyen vidas llenas de amor y significado.

Por eso, aunque agradezco los reconocimientos, lo que realmente busco es que todos valoremos nuestro viaje con sus pérdidas y sus victorias. Porque, al final, lo que renunciamos también define lo que ganamos.

Etiquetas

Artículos Relacionados

- Publicidad -

Más leídas

- Publicidad -