Nuestras creencias limitantes

Nuestras creencias limitantes

Nuestras creencias limitantes

Lady Reyes, directora de Encuentros Interactivos.

Cuántas veces has leído o escuchado que “basta que un adulto le reitere a un niño ‘no puedes’ o ‘no vales para nada’, por citar dos ejemplos, para que este termine por creérselo.

Nos sorprenderíamos de la cantidad de personas “limitadas” que andan por el mundo y no tienen la más mínima idea que tienen dependencia y necesidad de validación de otras personas por las carencias y falta de una guía sana en sus primeras etapas de su vida.

Vamos por la vida con heridas que ni siquiera sabemos que tenemos, pero que -al no aceptarlas y sanarlas- actúan como bolas de nieve destruyendo toda relación sana con los demás y a nosotros mismos. Y es ahí que el término “creencias limitantes” cobra sentido. De adultos nos toca mirar atrás, pasar inventario y descubrir cuáles son nuestras debilidades y fortalezas… ese es nuestro trabajo y de nadie más.

Bien dicen por ahí que “el primer paso y el más importante es reconocer que se necesita realizar un cambio para lograrlo”… no podemos pasarnos las vida culpando a nuestros padres, la vida, la familia, los amigos, las circunstancias y hasta al mismo destino por cómo nos hacen sentir las cosas o todo lo malo que nos pasa.

Hay una cuota de responsabilidad que cada quien debe asumir al crecer, pues “no es lo que te sucede, sino lo que tú haces con lo que te sucede” lo que marca la diferencia. No dejes que los pensamientos que se han construido de las malas experiencias, y hasta de las malas personas, sean los que decidan por ti.

Y luego de reconocer el problema viene la parte más difícil. Accionar. La toma de decisiones. Y una de ellas es levar anclas y tirar por la borda todo lo que nos empuja al fondo del mar.

Pensamientos, rutinas, lugares y personas. Todo lo que no te haga sentir cómodo y feliz y te ayude a realizar tus metas, se pone al lado del camino.

Identificar a las personas que “no nos suman” y nos roban la energía es fácil, pues son incapaces de apreciar ni valorar nada, expertas en encontrar defectos a todo y a todos y manipuladores por excelencia.

Lo más difícil priorizarnos, cortar el vínculo o poner límites. Reconocer que, a pesar de los afectos construidos, nosotros somos lo más importante en esta ecuación.



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