Nuestra belleza latina
Las demostraciones de emoción y felicidad de la comunidad dominicana no se hicieron esperar cuando después de nueve años de realización del concurso “Nuestra belleza latina”, que organiza y transmite la cadena Univisión, finalmente una dominicana es coronada.
La humilde azuana quien logró robarse el corazón de toda la audiencia latina en los Estados Unidos, venció los prototipos de la belleza que encasillan estos certámenes, básicamente porque utilizó el comportamiento del ave Fénix y nunca pretendió venderse como algo que no era.
Al igual que la segunda candidata al trono, ambas tienen en común que durante todo el show demostraron provenir de orígenes muy humildes y que su ambición de crecer las impulsó a no desmayar en su continuo crecimiento y desarrollo.
Sus orígenes, sus características de sencillez, y humildad e incluso su cierto nivel de baja autoestima (ambas confesaron no sentirse las más bellas y estar a la espera de ser descalificadas) fueron elementos que hicieron que el publico se identificara con ellas y las llevara al último peldaño.
Hasta este párrafo menciono el nombre de Francisca, porque el nombre es lo de menos; el ejemplo de trabajo que sus compañeras testimoniaron y el anhelo de querer lograr una meta es mi punto focal.
Todos los días encontramos personas que dicen “yo no puedo… porque…”, y cada vez encuentran una nueva excusa para no emprender el camino.
Una vez más queda demostrado que la educación del hogar es la primordial cuando de triunfar en la vida se trata.
Cuando los padres logran inyectarles a sus hijos el deseo de superación grandes cosas suceden y una muestra de ello es Francisca Lachapel.
El futuro solo depende de ella y seguro será grandioso.
