El presidente del Senado, Ricardo de los Santos, coloca la banda presidencial a Luis Abinader mientras es asistido por Raquel Peña. José de León
SANTO DOMINGO.-Las particularidades de los actos de toma de posesión del presidente de la República el pasado 16 de agosto, aportaron una tónica especial a un evento que tradicionalmente había estado reservado para funcionarios, asambleístas y empresarios.
Un espacio que también han mantenido los representantes de misiones diplomáticas y jefes de Estado, pero la añadidura de personalidades del arte, del deporte y hasta influencers de redes sociales, amplificó el rango de cobertura mediática del evento.
Actos paralelos
En paralelo, en el Congreso Nacional, ambas cámaras legislativas sesionaron por separado e instalaron bufetes directivos. En la Cámara de Diputados quedó ratificado de manera unánime Alfredo Pacheco como su presidente. Los diputados Dharuelly D’ Aza, Eduviges Bautista Gomera y Julio Emil Durán, fungirán como vicepresidenta y secretarios, respectivamente.
En el Senado, fue juramentado Ricardo de los Santos como su presidente, mientras que Pedro Catrain Bonilla será vicepresidente; Lía Díaz de Díaz, y Aracelis Villanueva, secretarias.
Posteriormente, ambos grupos de legisladores se trasladaron a la parte frontal del Congreso Nacional y, en un acto simbólico, dejaron iniciada la legislatura.
Lo que siguió fue el traslado de los legisladores en autobuses hasta el Teatro Nacional, cuya estructura habilitada para eventos permitió la adecuación de su sala principal para constituirse en algo parecido al salón de la Asamblea Nacional.
A pesar del símil y del aval legal, los diputados de la Fuerza del Pueblo portaron un lazo negro en uno de sus brazos en señal de protesta por el cambio de localidad. Allí, el presidente de la Asamblea, Ricardo de los Santos, sesionó y designó la comisión de congresistas que esperarían al mandatario.
la juramentación
Mientras, en las afueras llegaban delegaciones de gobiernos del exterior entre ellos, el rey de España Felipe VI, quien distinguió por no llevar la ropa protocolar al lucir ropa color gris. Lo siguiente fue rutinario.
El presidente llegó con poco más de 40 minutos de retraso, recibió los honores militares, saludó efusivamente a la comisión de legisladores y hasta bromeó por unos segundos con Omar Fernández.
Fue juramentado ya en el interior como presidente de la República junto a Raquel Peña como vicepresidenta.
Disertó Ricardo de los Santos (al principio algo nervioso) el discurso que le corresponde como presidente de la Asamblea y luego, las palabras de Abinader.
Fue un discurso puntual similar al pronunciado en el año 2020.
Unas diecinueve páginas enumeraron sus logros en los pasados cuatro años, justificó la necesidad de una reforma fiscal y arengó a los presentes sobre las oportunidades futuras.
Dijo sentirse preocupado por el retroceso de las libertades en el continente citando de manera directa a Venezuela.
Como es de esperarse, se dejó para el final una parte algo poética, esa con la que se procura despertar sentimientos patrióticos y de esperanza en el futuro.
“Sí, sí, señores, la República Dominicana será una gran nación y todos viviremos esa realidad […] ¡Qué viva República Dominicana!”, dijo Abinader.
El cierre
— Resultados
Como igualmente corresponde, las palabras finales de Abinader dejaron emociones en funcionarios y partidarios, alegres por el cierre a los invitados y asistentes y nada convencidos a opositores políticos.